LIBROS PARA UNAS Y PARA OTROS; LIBROS PARA TODOS




«¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!»

Fiódor Dostoievski



Se suele hablar mucho de libros y novelas para niños y chicos y de libros y novelas para niñas y chicas. En ocasiones, esta distinción sale incluso de nosotros instintivamente cuando estamos ante uno u otro tipo de libro. Mujercitas (encajes, bordados, conversaciones y paseos) nos parece, no claramente, sino exclusivamente femenino y Quo Vadis (gladiadores, combates, sangre y acción), por el contrario, nos parece, ineluctable e intrínsecamente masculino. Pero ¿esto es así?, o mejor ¿esto debe ser así? Paréceme que no.


El asombro infantil en ilustraciones de Elizabeth Shippen Green (1871-1954).

Si nos detenemos en uno de los lados (permítanme que sea aquel al que me llevan mis circunstancias familiares), así entonces el lado femenino, podemos estar de acuerdo en aceptar que, de entrada, aquello que naturalmente podría atraer más y mejor a nuestras hijas serían los libros protagonizados por niñas o mujeres (los de Louisa May Alcott, L.R. Montgomery, Eleanor H. Porter, Noel Streatfeild, Charlotte Yonge o Florencia Barclay, por ejemplo), y probablemente sea así; pero también estarán de acuerdo conmigo en que, si accedemos a realizar tal selección y a facilitar la administración de tal régimen literario a nuestras hijas, la educación moral y sentimental que recibirán estará coja, adolecerá de algo fundamental. Me explico. Si me permiten el símil, actuando de esta manera solo les permitiríamos ver una de las caras de la moneda.
Ilustraciones para Una chica anticuada de Louisa May Alcott, por Eleanore Abbott (1875-1935).


Porque, no cabe duda de que los personajes femeninos de las novelas antes referidas son ciertamente ejemplares y podrán servir de modelo en el aprendizaje moral y sentimental de las chicas, estableciendo pautas de conducta que las ilustrarán sobre cómo ha de comportarse una buena jovencita o cómo ha de ser una mujer de verdad. Tanto sus caracteres como las circunstancias ante las que se las enfrenta suponen una suerte de lectio que hará ver a nuestras hijas, personificadas en atractivas modelos, virtudes de piedad, generosidad, feminidad, pureza, decoro, amistad, desenvoltura, entrega a los demás y verdadero amor romántico.   

Pero, sin que nada de lo anterior deje de ser verdad, no es menos cierto que la vida humana tiene dos manifestaciones (por mucho que traten hoy de ser desvirtuadas por muchos), que hay dos formas de asentarse en la vida: una masculina y otra femenina, como dos modos recíprocos y complementarios de encarnar la misma naturaleza humana. Por ello, nuestras hijas (y nuestros hijos) habrán de conocer ambas las dos, y en su mejor desarrollo y excelencia, apuntillo yo.

Ilustración del El Cisne Negro de Sabatini, por N. C. Wyeth (1882-1945).

Así que, además de los libros ya señalados, estimo que no deberán estar ausentes en el régimen alimenticio de sus almas, las obras de la Baronesa de Orczy, Sabatini, Ballantyne, Walter Scott, Tolkien, Stevenson, o el ya citado, Quo Vadis de Sienkiewicz, el Ben Hur de Wallace y la Lorna Doone de Blackmore. Buenos y grandes libros sobre hombres viriles y cabales, libros, en principio de muchachos, donde ellas aprenderán aquello que interesa a los chicos y cómo ha de comportarse un buen hombre. Pues necesitan sin duda saber cómo son los hombres virtuosos, los hombres piadosos (con esa piedad viril de que nos habla San Pablo); necesitan también entender cómo los hombres se relacionan entre sí, cómo reacciona ante las adversidades; cómo se manifiesta su valor, su fortaleza e incluso su miedo (de tan distinta manera a la de las féminas, por cierto), e incluso necesitan saber qué es lo que un hombre de verdad ha de buscar en una mujer de verdad.

Ilustraciones para Lorna Doone de Blackmore, por Mead Schaeffer (1898-1980).

Todo lo dicho para las chicas aplíquenlo inversamente a sus chicos.

Además no es de olvidar que hay algunos libros que contienen ambos modelos, ambas formas de mirar a lo creado, y aquí puedo citar a una novelista genial a la que por cierto mi abuela paterna admiraba enormemente, me refiero a Jane Austen y su pléyade de historias galantes, románticas y ejemplares, con su particular universo afectivo, complejo y rico, representado por hombres y mujeres inolvidables, de quienes quizás destaquen Lisbeth y Darcy y Emma y Knightley, y de la que algún día hablaremos (y por cierto, tampoco me olvido aquí de las hermanas Brontë).

Ilustraciones de Charles Edmund Brock (1870-1938) para Orgullo y Prejuicio de Jane Austen.

No creo pues en las estanterías segregadas o en las separatas literarias, sino que creo en un rico y variado régimen de lectura mixto y así está siendo de hecho la educación literaria de mis hijas, que han leído buena parte de los libros relacionados antes, unos y otros, y por cierto, con igual deleite y provecho. 




Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo.
    Qué lindas ilustraciones.
    Saludos
    PD: En el epígrafe dice que las imágenes son de H. M. Brock pero en realidad esas las pintó Charles Edmund Brock, su hermano. Gracias por tan lindo blog

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