¿Y QUÉ HAY DE LOS PADRES?

Padre e hijo, lienzo de John Koch (1909-1978).



«Mi padre era un agricultor en el distrito de Carrick,
y con cuidado me crió en la decencia y el honor,
(…)
Puesto que sin un corazón de hombre honesto, nadie es digno de respeto».
Robert Burns



Los álbumes ilustrados que tienen por objeto la relación entre un padre y su hijo no son frecuentes; la figura materna es mucho mas utilizada en esas historias infantiles pues, evidentemente en los primeros años la madre es la figura capital en la vida del niño, aunque el padre ocupa también un lugar importante y tiene a su cargo funciones propias y difícilmente delegables. 

Sin embargo, esto es algo cada vez más olvidado.

De un tiempo a esta parte, la figura del padre ha sido limitada, capitidisminuida, tratada como irrelevante y casi proscrita, con nefastos efectos para la familia. A pesar de todo las ciencias sociales han comenzado reconocer y redescubrir el papel crucial que los padres juegan en el desarrollo de los hijos y su insustituible papel en una dinámica familiar sana y natural. Pero llevamos tanto tiempo ignorando este problema, que mucho es ya lo que se ha perdido, hasta el punto de que parece necesario ayudar a los hombres a entender el irremplazable papel que juegan en el desarrollo y las vidas de sus hijos.

En una aproximación muy elemental y nada científica, basada en la tradición y el sentido común, las funciones esenciales de un padre serían proteger, proveer y guiar con el ejemplo a los hijos. Y porque los padres son fundamentales y porque su presencia y su acción traen consigo un beneficio palpable para el crecimiento de los hijos, quiero hablarles hoy de dos pequeños álbumes ilustrados que leí a mis hijas cuando eran más pequeñas y que expresan algunos de los aspectos que acabo de comentar.


¿No duermes, osito? (1994), de Martin Waddell, con ilustraciones de Barbara Firth.

La protección y la tranquilidad que esta otorga son factores decisivos para que una familia florezca y desarrolle en plenitud la función natural. El cuidado y la educación de las siguientes generaciones y el engarce de unas y otras que garantice una convivencia pacífica, estable y, en lo posible, feliz, debe apoyarse en una vida en común segura y tranquila.
En el álbum ilustrado ¿No duermes osito?, un pequeño oso no puede dormir porque teme a la oscuridad. Ni siquiera la linterna más grande que su padre, un gran oso puede encontrar, consigue eliminar su miedo por completo. 
Así que, el oso toma a su pequeño en brazos y lo lleva fuera a contemplar la belleza y el misterio de la noche, para que su hijo vea por sí mismo que no hay nada que temer en la luna plateada y todas las estrellas del cielo. Sintiéndose protegido por el cariñoso abrazo de su padre, pronto el osito se queda profundamente dormido. 
Una de las preciosas acuarelas de Bárbara Firth.

La historia se desenvuelve alrededor del gran oso (que encarna la figura paterna) con sus desvelos para aliviar el miedo a la oscuridad que sufre su osezno (que representa al niño), y la forma y manera en que lo hace: el padre expone al pequeño a aquello que causa su miedo, pero lo hace acompañándole y proporcionándole abrigo y seguridad. La atávica función paternal de protección se recoge aquí de forma encantadora. 
El libro no solo evoca el deber de guarda que lleva consigo indefectiblemente toda paternidad, sino que la reviste de una virtud hoy escasa: la paciencia que el padre muestra en el trato con su hijo y que es alimentada finalmente por una cuidadosa atención hacia el pequeño nacida del amor, una atención de la que hoy carecen muchos niños.
Una pequeña obrita inspiradora y evocadora para los padres, y entretenida y aleccionadora para los hijos. Altamente recomendable.
Para leer a niños de 3 años en adelante.

Las manos de mi padre (1994), de Joanne Ryder, con ilustraciones de Mark Graham. 

El aprendizaje de los niños sucede a veces sin palabras, basado simplemente en la observación infantil de los actos, las disposiciones y las conductas de los adultos. Y en todos estos momentos, la figura del padre ha sido siempre un referente: quien no recuerda cuando su padre le enseñó a nadar o a andar en bicicleta, cuando superamos con la ayuda paterna los problemas escolares, especialmente en lengua o matemáticas, cuando empezamos a valorar la prudencia o el manejo de las pasiones, cuando aprendimos a enfrentar el miedo o la vergüenza. Son todos ellos instantes en los que sentimos la cercanía de nuestro progenitor, a veces sin él lo supiera, convertido en  el objeto hipnótico de los ojos muy abiertos de un niño. Esta proximidad, en parte amorosa y protectora, y en parte sapiencial y ejemplarizante, descansa siempre en el corazón del padre. El libro del que les hablo a continuación trata estas cosas de forma tierna y entrañable.  
"Me inclino más cerca, sabiendo que nada en las manos de mi padre me hará daño." 
Una de las magníficas ilustraciones de Mark Graham.

En Las manos de mi padre, Joanna Ryder retrata a un hombre que, casi sin palabras, transmite a su hija su amor por la naturaleza. El álbum nos presenta a un padre amoroso y atento que abre a su pequeña las puertas de la admiración y del asombro. Y lo hace sosteniendo entre sus manos a diminutas criaturas que habitan el jardín. Se trata de un pequeño libro autobiográfico, ya que la autora escribió la historia en honor y reconocimiento a su propio padre.

Las ilustraciones de Mark Graham, con bellas pinturas al óleo, tenues y trasparentes como acuarelas, dan un contrapunto adecuado a la historia y aportan una deslumbrante luz primaveral. 

Hay empatía, sensibilidad y comprensión en el relato y sé que muchos de los padres que lo lean se sentirán identificados con la historia. A pesar de que el álbum no tiene versión en castellano, vale la pena acercarse a él ya que está escrito con gran sencillez.

Para leer con niños de 5 o 6 años.


Comentarios

  1. He visto que Martin Waddell tiene también un libro de historias del antiguo testamento. ¿Es de buena calidad?

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    1. La verdad es que no tengo referencias, si quiera indirectas, de ese libro de Waddell. Por lo tanto, lamentablemente, no puedo decirle nada al respecto.

      Un saludo cordial.

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