ILUSTRADORES GENIALES (II): EN POS DE LA BELLEZA

El canto de la alondra, pintura al oleo de Arthur Rackham.



«En un viaje a través de un libro es agradable llegar al oasis de una imagen o de un adorno, sentarse un rato debajo de las palmeras, dejar que nuestros pensamientos se resguarden del calor sofocante, beber de otras aguas intelectuales y ver las ideas que hemos estado persiguiendo, tal vez, reflejadas en ellas. Así terminamos como comenzamos, con imágenes».

Walter Crane.

























Arthur Rackham (1867-1939)

Rackham fue un gigante, un artista innovador que trajo al arte de la ilustración estilo, color, imaginación y, a menudo, inquietante belleza. Con un estilo inconfundible en el que desataca el trazo de su pluma a tinta china, nuestro artista compuso, desde encantadoras siluetas (como en los cuentos de Blancanieves y de La Bella Durmiente) hasta dibujos de trazo fino y estilizado, coloreados, las más de las veces, con delicadas aguadas y transparencias que dan a la imagen la entonación propia de la fantasía de los cuentos que ilustran, y siempre dejando huella en todas ellas de su fuerte sentido de la sátira y de la composición. En su obra destacan, notablemente, sus recreaciones de las hadas y su mundo; a este respecto Edward Hodnett, comentando las ilustraciones de Rackham para Peter Pan en los jardines de Kensington, dice: «Fue un gran momento para las hadas, y Rackham les dio su encarnación más deliciosa: ellas, todas etéreas, ellos, todos de larga nariz y finas de orejas de murciélago».

El artista ingles elevó el arte de la ilustración a cotas desconocidas y conoció una popularidad inmensa, siendo hoy día considerado uno de los mejores artistas plásticos de principios del siglo XX.

Frontispicio de una de las primeras ediciones de Los cuentos de los hermanos Grimm ilustrados por Rackham.

Rackham logró, con la sola línea de su trazo, descubrirnos ese mundo incorpóreo que tiene una existencia paralela, inmerso en su invisibilidad, y del que tan acertadamente nos llama la atención el Cardenal Newman en uno de sus más famosos sermones (El mundo invisible). Precisamente, ya en su primer encargo, el libro ya comentado, Peter Pan en los jardines de Kensington, Rackham da cuenta de esta habilidad; transcribo las palabras de un crítico, más elocuentes que cualquiera de las mías: 

«En la ilustración de Rackham del Sr. Salford, el peso de sus líneas es la única forma de distinguir lo que es fantástico de lo que no lo es. El Sr. Salford está delineado con tinta dura y pesada, mientras que las criaturas de cuento de hadas que están justo detrás de él están hechas con trazos menos audaces, lo que da a entender una calidad translúcida y una presencia secreta. Este detalle sutil cambia el tono de la ilustración, dándole una sensación ligeramente desconcertante. Al estudiar la imagen, los lectores pueden volver la cabeza, esperando encontrar alguna criatura mágica sobre sus hombros. Además, el contorno, aún más dramáticamente suavizado por Rackham, de lo que parece ser la Abadía de Westminster, crea un marco nebuloso y soñador para la ilustración. A pesar de sus elementos desconcertantes e ignotos, la imagen logra expresar una alegría mágica que celebra la posibilidad de un contramundo escondido en medio de la realidad. El Sr. Salford demuestra esta alegría llevando una mirada de maravilla pacífica, como si supiera que hay otra capa hermosa en su realidad presente que se esconde tras de él. En esta ilustración, Rackham domina lo extraordinario al crear un atractivo equilibrio entre lo familiar y lo fantástico».

Esto puede verse en la referida ilustración y en otras del mismo libro, como vemos a continuación.

Ilustración del Sr. Salford y del pequeño Peter, ambos rodeados de hadas y gnomos, en Peter Pan en los Jardines de Kensigton.

En la obra de nuestros artista encontramos a raudales la belleza del diseño, la hermosura de las combinaciones de colores, urdidas con una suavidad de ensueño, la sutileza maravillosa de sus trazos y una infatigable inventiva, todas ellas rebosantes de delicadeza y romanticismo. Al respecto de esta última hay que resaltar que Rackham es de esos escasos ilustradores que no se limitan a acompañar al texto que ilustran, sino que con su arte nos trasladan, junto con aquel, y a veces, en paralelo a aquel, a mundo nuevos y extraordinarios. Hay que agradecer a este artista que, a través de los diversos estilos que frecuentó, con obras que van desde acuarelas impresionistas hasta elaborados grabados en madera, nos haya ayudado a confrontarnos con lo fantástico y maravilloso.

En suma, una delicia que los niños deben aprender a disfrutar, lo que podrán hacer gracias a que en el mercado editorial español hay bastante donde elegir.

Ediciones de Valdemar, Juventud y Olañeta.

La editorial Juventud ha venido editando desde principios del siglo pasado Los cuentos de los hermanos Grimm y Los cuentos de H. C. Andersen, ilustrados por A. Rackham en unas ediciones muy cuidadas, al igual que El libro de hadas de Arthur Rackham: Los mejores cuentos de la literatura universal. También nos encontramos ilustraciones de A. Rackham en El viento en los sauces, de Kenneth Grahame, editado por Valdemar, donde aparecen igualmente ilustraciones de E. H. Shepard, y en de la misma editorial podemos encontrarnos con sus ilustraciones en Los viajes de Gulliver, de Swift, y en Los cuentos populares ingleses. Estos cuentos fueron igualmente editados por Olañeta en un volumen titulado Cuentos de hadas ingleses, igualmente ilustrados por Arthur Rackham. 

También podemos encontrar ilustraciones de Arthur Rackham en Peter Pan en los Jardines de Kensigton, editado tanto por Musicactiva como por Ediciones Gaviota, y por parte del Zorro Rojo se han editado, Cenicienta y La Bella Durmiente, en unos volúmenes preciosos y muy cuidados que recogen su ilustración en forma de siluetas al modo de sombras chinas. Hay que señalar también la edición de Acantilado de la obra clásica para niños de N. Hawthorne el Libro de maravillas: Para niñas y niños, con sus relatos de la mitología grecolatina, iluminados por los dibujos a tinta de Rackham, o también, editado por C. de Langre, El rey del Río Dorado, de John Ruskin y la Canción de Navidad, de Dickens, publicada por Anaya.

Ediciones de Juventud, El Zorro Rojo y C. de Langre.

Todos son libros que pueden ser leídos a partir de los siete años.



Jessie M. King (1875-1949)

De cómo cuatro reinas encontraron a Sir Lancelot en el bosque, de Jessie M. King.

Jessie M. King fue una de las más conocidas ilustradoras escocesas y uno de los primeros miembros de la famosa Escuela de Arte de Glasgow. Su estilo lineal y etéreo se prestaba a temas legendarios como el romance artúrico. La Historia del Santo Grial fue, de hecho, el primer encargo importante de la señora King. Fue publicado tanto en ediciones estándar como de lujo. Colin White escribió al respecto de su arte en dicho libro:

«Los dibujos de Jessie enfatizaron los elementos fantásticos de la historia. Las columnas en los pasillos estaban adornadas con joyas y adornadas con espirales de frutas talladas y flores. Las nubes estaban formadas por esferas de diminutos puntos, y el aire estaba lleno de estrellas y pétalos. Los vestidos de las damas eran de césped fino, totalmente inadecuados para el clima frío del norte del entorno, pero ideales para la eterna primavera de la leyenda».  

El sueño dorado del amor, por Jessie M. King.

Las ilustraciones de King se componen de líneas suaves y tenues, y sus figuras semejan una especie de ingravidez, con colores de tonos pastel extremadamente suaves. Sin embargo, estos colores pálidos, tan característicos del trabajo de King, no son todos intencionales, ya que algunos se han degradado con el tiempo. Las ilustraciones de Una casa de granadas, por contra, contienen colores bastante intensos y vibrantes, como se ve en las imágenes que siguen.

King ha sido definida por la crítica como una “simbolista practicante” que combinaba “el mundo de las hadas celtas con la visión infantil de la tierra de las hadas”, y cuyo naturalismo fue una síntesis de prerrafaelismo, japonaiserie y simbolismo celta. Comenzó en el art nouveau (la Glasgow School) y terminó en el art deco, aunque siempre mantuvo esa exquisita delicadeza que la caracteriza y la hace tan especial.

Portada y una de las ilustraciones de Una casa de granadas, de Oscar Wilde.

En español solo disponemos de un libro que contenga ilustraciones de nuestra artista, Una casa de granadas, los cuentos de hadas de Oscar Wilde dedicados a su esposa Constance, editados por Musicactiva (pequeña editorial gallega que se ha dedicado en los últimos años a rescatar del olvido ediciones hermosas de cuentos y cancioneros infantiles), del que en casa disponemos de un ejemplar y que les recomiendo para niños de 10 en adelante.



Comentarios

  1. Rackham es maravilloso siempre, cuando eres un niño y cuando dejas de serlo. Pero hay tesoros que yo no conocía. "El sueño dorado del amor" de Jessie King es absolutamente preciosa.

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  2. Estimado: ante todo, mi enhorabuena por esta enriquecedora empresa que ha acometido en su blog, pues ciertamente es un faro que ilumina y que nos da aliento en estas épocas tan lúgubres.
    Quería consultarle su opinión respecto a ciertos cuentos que aparecen en "Cuentos de Grimm", que personalmente no encontré adecuados para niños, por contener escenas algo morbosas, sanguinarias o en las que el protagonista no obra virtuosamente, vgr: El judío en los espinos; Juan el listo, Grethel la lista; El muchacho que nunca tembló.
    Muchas gracias, y lo aliento a seguir adelante con esta excelente tarea.
    Graciela.

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    Respuestas
    1. Graciela, muchas gracias por la atención y el seguimiento del blog.

      Como bien dices, es verdad es que en algunos cuentos de hadas (p.e. en los tres que comentas), nos encontramos con historias que pueden parecernos perturbadores para nuestros hijos (aquí entra en juego nuestro instinto protector): sea por su crueldad, sea por la presencia de personajes siniestros, sea por los temas oscuros y graves de que tratan, etc. A este respecto hay quien sostiene que el niño ya tendrá tiempo al crecer de conocer la dureza de la vida, pero, como sostienen otros, también es cierto que en los cuentos de hadas se suele plantear, de modo elemental y conciso, un problema existencial, sirviendo, por tanto, para graduar un aprendizaje moral que resultará fundamental en sus vidas.

      Se trata de una vieja polémica y la percepción de que límite es el aceptable depende de los padres y de la edad del niño. Es pues una decisión de cada uno el facilitar o no estos contenidos, sabiendo que incluso aquellos que nos parecen inaceptables, pueden ser útiles a la educación y formación de nuestros hijos como contraejemplos.

      Lo que nunca debemos olvidar los padres es que parte de nuestra obligación de velar por el bienestar y la educación de nuestros hijos en la verdad, belleza y bondad, pasa, al menos, por dos cosas fundamentales: 1ª) Conocer aquello que les ofrecemos, y sobre la base de ese conocimiento y de la edad y madurez de los niños, decidir que ponemos a su alcance y que no (al menos de momento). 2ª) Estar a su lado cuando sea preciso (en determinadas lecturas, que deben ser colectivas), para ayudarles a discernir el bien del mal a la hora de interpretar los ejemplos y contraejemplos que aparecen en estos cuentos.

      Un saludo cordial.

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