Una atracción rival de Charles Burton Barber (1845-1894) |
«Prosa son las palabras en su mejor orden; Poesía son las mejores palabras en su mejor orden».
Samuel Coleridge
Voy a poner punto y final al tema de
la poesía… bueno, no, punto y final no, mejor será un punto y aparte. En fin, sea lo que sea, voy a
hacerlo refiriéndome a algunos libros que me sirvieron y me siguen sirviendo
para acercar la poesía a mis hijas. No son muchos y además su elección puede
resultar discutible, lo sé. Pero son los nuestros, nos han servido, nos sirven
y les tenemos cariño. Así que voy a ello.
De entrada, me veo obligado a realizar
una suerte de breve proemio. Sabemos –creo que en esto no puede haber duda–,
que la Poesía estaba más presente en la cultura pre-moderna que hoy en día; por
lo tanto los niños tenían un contacto más intenso y frecuente con ella. De esta
forma, aquellos niños habrían encontrado poesía en casi todos los aspectos de
su vida cotidiana: en la escuela, en sus devociones, en sus hogares y en las
calles. También gozaban de la atención de los literatos: se afirma por los que
saben que a mediados del siglo XVIII gran parte de la poesía se estaba
publicando especialmente para los niños, con intención de entretenerlos y
aleccionarlos.
Hoy es diferente; lo prosaico campa
por sus respetos en todos los órdenes de la vida, y lo poético se inclina
equívocamente hacia aquellos a quienes debería elevar, con resultados nefastos.
No es que no exista preocupación por el tema, que la hay, pero me temo que su
enfoque está distorsionado. Soy de la opinión de que la mayoría de la poesía infantil
actual es sentimental y vacua, de una simplicidad rayana con la idiocia y con
abandono de aquello que debería constituir su esencia: la comprensión y la
expresión de la Verdad.
Se dice al respecto –y en mi
ignorancia estoy de acuerdo-, que la poesía para niños debe tener «simplicidad
sin estupidez» y que lo más importante es que los poemas vean las cosas desde el
punto de vista de un niño; quiero entender que esto solo puede significar que
el poeta habrá ser un visionario de la Verdad, lo cual, como hemos visto, no
resulta fácil, y, paradójicamente, nos lleva de nuevo al principio, a esa
conexión intemporal entre los niños y los verdaderos poetas, los grandes poetas
(conexión que muchos de ellos ha reflejado en sus poemas, sea plasmando un
añoranza o morriña inconsolable por la infancia perdida, sea sumergiéndose en
la contemplación asombrosa de lo creado, sea descifrando para los otros lo
visible y lo invisible). Por eso mismo, no cualquiera puede crear poemas que
los niños puedan apreciar y creo que esto los niños lo notan, fascinándose ante
unos –los grandes maestros, los auténticos poetas– y aburriéndose ante los
otros –los aprendices–.
Estudio en un escritorio de lectura de Frederic Leighton (1830-1896). |
Por esta razón, huyo sin disimulo de la poesía simplona, esa que no valora en su correcta medida al niño,
e invito a ambicionar metas más altas, de resultados menos inmediatos, más
ariscas, más costosas, pero infinitamente más auténticas e iluminadoras de la
Verdad. Si queremos que el niño se aproxime a esta, sí queremos darle una
nueva ayuda en la difícil búsqueda de la misma, démosle verdadera poesía,
la que proviene de los grandes poetas, aquellos a los que se refería Longfellow
con estos versos:
“Los poetas sublimes,
cuyos pasos distantes
resuenan
por los corredores del
Tiempo.”
Así que paso a enumerar y comentar
brevemente algunos libros que, entiendo, responden a las exigencias
antepuestas.
Las antologías son una formula muy
válida de acercar la poesía a los niños, pues no todos los grandes poetas han
escrito libros que puedan, en su totalidad, ser captados por lo niños. Hay un
poema aquí, encontramos otros allá, y otro más acullá. Es por tanto preciso
reunirlos, y eso lo hacen muy bien los antólogos. Así que la cuestión se reduce
a encontrar un buen antólogo. Y si bien estos no son tan escasos como los
poetas –aunque a menudo son ellos mismos poetas–, tampoco son tan abundantes.
Gran Bretaña, donde nació propiamente
la literatura infantil, goza de algunos ejemplos relevantes: ¡Ven acá! de Walter de la Mare, que
recoge poemas desde Chaucer hasta la primera mitad del siglo XX (según John
Senior “la mejor antología de poesía para «niños de todas las edades»”). Otra
magnífica obra es El Camino de la Poesía
de John Drinkwater (otro poeta). Pero ninguno de los dos libros se encuentra
traducido al castellano.
Por eso, además del libro que nos
refirió hace unos días un amable comentarista (350 poemas para niños de la biblioteca Billiken), podemos acudir a las
siguientes antologías –algunas de ellas no se encuentran sino en librerías de
viejo–: Cordialidades (1941) de
Antonio Fernández, Poesía infantil
(1951) de Federico Torres, Versos para
niños (1954) de Antonio Fernández, Selección
de poesía para niños (1961) de Juan-Miguel Romá, Antología de la literatura infantil en lengua española (1966) de
Carmen Bravo-Villasante, El silbo del
aire (1965) de Arturo Medina, Poesía
española para niños (1997) de Ana Pelegrín, y Canto y cuento (1997) de Carlos Reviejo y Eduardo Soler. De todas
ellas solo puedo dar testimonio de El
silbo del aire y de Poesía española
para niños, ambas unas estupendas antologías, variadas y aptas tanto para
niños como para jóvenes.
Ilustración de Jessie Willcox Smith (1863-1935). |
Así que, acabando… Se ha dicho que
William Blake se inspiró para su obra Cantos
de la inocencia, en la suave retórica de las madres cantando y hablando con
sus hijos pequeños; Blake comprendió que la poesía, para llegar a los niños,
necesita una mezcla cuidadosa de creencia y realidad, de placer y sabiduría.
Utilizando dos felices hallazgos de Blake finalizo: si bien hoy los poetas son
menos propensos que antaño a "golpear
a las puertas del cielo", sin embargo, podríamos, como él, animar a
los niños a "jugar entre las
estrellas enredadas", ¿Cómo? quizás
intentando ser, juntamente con ellos, nuestros antólogos y construir así nuestro
pequeño Jardín de versos, como diría
Stevenson.
En este sentido y más como muestra
de un esfuerzo que como ejemplo de nada, me atrevo a ofrecer (accesible a
través del siguiente enlace) una de las selecciones de poemas que pusimos y seguimos poniendo en las manos de nuestras hijas, acompañadas de dibujos en blanco y
negro, lo suficientemente neutros y tenues como para no interferir en los
poemas, pero lo suficientemente atractivos como para que fueran de su gusto y pudieran ser colorearlos por ellas. Espero que les guste y sea de su utilidad.
https://drive.google.com/file/d/0B0c1SbQWIZGfRE5iTHY0MkpKQTA/view?usp=sharing
https://drive.google.com/file/d/0B0c1SbQWIZGfRE5iTHY0MkpKQTA/view?usp=sharing
Gracias! clap, clap, clap!
ResponderEliminarYa me pongo manos a la obra para comenzar un camino serio en el disfrute de la poesía en familia, con su mapa de ruta en mano.
¡Muchísimas gracias! Palabras como las suyas son todo un aldabonazo para continuar. De verdad que se lo agradezco.
EliminarUn saludo cordial.