REALISMO POÉTICO

 La avenida de Middelharnis de Meindert Hobbema (1638-1709).



«El mundo está cargado con la grandeza de Dios».

Gerard Manley Hopkins


«Ya no más las aves
que en los bosques dulcemente cantan,
huyen de la forma humana; sino que se reúnen
y acurrucan sus plumas asoleadas sobre las manos
de niñitos que las estiran en amigable juego
hacia esos mansos compañeros»

Percy B. Shelley


Con esta entrada pongo fin a un tema que considero de importancia capital. Lo comentado en los dos últimos posts no es más que un factor, o más bien, una de las caras del que creo es el gran tema de nuestro tiempo: el divorcio del hombre con la realidad. Tema del que poco se habla, y sobre todo, del que nada se escucha.

Y sin embargo, se trata de un problema crucial; es sin duda «el Problema», pues está en juego nuestro destino, no ya terreno –que también, sino inmortal, y con el nuestro, el de nuestros hijos.

Vivimos una fase avanzada de esa destrucción de la Cultura Cristiana de que hablaba John Senior, cuya raíz descansa en el desapego de la verdad a través de un desarraigo de lo real («el hombre moderno, por el medio mismo en el que vive, está predispuesto al antirrealismo»). E igual que él diagnosticaba, creo que la causa de la decadencia no es ya, como fue en tiempos de la Roma imperial, un agotamiento del impulso vital resultado de un abuso de nuestra naturaleza material (un desenfreno de la carne y una explotación desviada de nuestros impulsos primarios, con la codicia, la pereza y la lujuria campando por sus respetos), no; aquello suponía, al menos, un contacto con la realidad material, con la realidad creada. ¿Para hacer un uso desviado e invertido de su destino y finalidad? Cierto, pero en ese contacto con lo creado había enterrada una esperanza, pues podía llevar (como llevó) a muchos hacia su Creador. 

Ahora es diferente; la codicia, la lujuria y demás vicios siguen imperando, sí, pero la raíz del mal viene de otra parte: de un absoluto apartamiento de lo material, de una vida instalada en la vacuidad de lo irreal, fruto (y aquí sí, la fuerza demoníaca se instala en el mismo lugar), de una voluntad orgullosa que pretende ser omnipotente. Es el deseo de ser dioses lo que nos ciega, y es este impulso el que nos perderá si no hacemos algo. Como dijo una vez E. E. Cummings:

«Los mentirosos invocan a gritos la Verdad,
los esclavos dan taconazos pidiendo Libertad;
donde los Necios son santos, locos los poetas,
chillan los ilustres ilusos del Progreso;
cuando se proscriben las Almas, enferman los Corazones,
con Corazones enfermos, las Mentes no pueden nada:
si el Odio es un juego y el Amor un coito
¿Quién se atreverá a llamarse hombre?»

Entre una época y otra los hombres hemos caído en dos errores extremos: que todo es mente (Hegel, Nietzsche) y que todo es materia (Marx, Darwin), olvidándonos –incluso nosotros, los cristianos, de que, a imagen y semejanza de Él, somos espíritu y materia, y que la realidad está en ambas cosas a un tiempo. Hoy la materia se olvida, y al hacerlo, se olvida el alma.
 Bosque de hayas de William McKendree Snyder (1849-1930).
Hay una cita de John Senior, que nos impulsa a fijar la atención en esta fundamental cuestión:

«Hay algo destructivo ­-destructivo para el ser humano- en apartarnos de la tierra de donde venimos y de las estrellas, los ángeles y Dios mismo, hacia donde vamos… John Donne dijo: "Sé más que el hombre o serás menos que una hormiga". Y un católico agregaría la verdad complementaria: admite que eres menos que los ángeles o te creerás más que Dios».

¿O es que no nos damos cuenta de que cuánto más lejos estamos de una experiencia directa con la realidad creada, más lejos estamos de Dios?

No hay cuestión si la respuesta a esta simple pregunta es un no. Y me temo que muchos así respondan.

Por eso hay que despertar del sueño en el que estamos sumidos.

Nos encontramos anestesiados por ese sueño hipnótico. Varios siglos de rápido desarrollo tecnológico, centurias de riqueza material y decenios de relativa paz en el Occidente, con la ayuda de una errática carga filosófica y moral de siglos, han dado lugar a una generación de personas imbuidas de la idea de que la realidad material y objetiva debe ser rechazada y reemplazada por construcciones artificiales propias y particulares, no simplemente tecnológicas, sino también filosóficas y éticas. Así, el eclipse de la religión, la ideología de género y la deconstrucción del matrimonio y la familia en Occidente son el resultado final de siglos de irrealismo filosófico y cultural. La tecnología de la que hemos hablado en entradas anteriores es el instrumento generador de una nueva realidad ilusoria con la que sustituir la realidad material objetiva que se abandona. Y a fe que lo está logrando.
Atardecer en la Campaña Romana de Simon Denis (1755 – 1813). 
Lo hemos venido comentando: sea a través de las palabras y la tergiversación de su significado original, sea a través de la abducción a que se ven sometidos nuestros niños (y también los no tan niños) por los artilugios digitales y su inmersión en un irreal mundo virtual, sea por el alejamiento del mundo natural a que la sociedad industrial y urbana nos somete a todos, sea por el vaciamiento de todo vestigio critico en nuestras mentes, sea por la pobreza lingüística, poética y artística que se adueña de los corazones y las almas de todos, sea por la sobresaturación de estímulos que embota nuestros sentidos y nos llena de angustia, sea por todas estas cosas, sea por otras ni imaginadas que quizás veremos (líbranos Señor de ello), lo cierto es que vamos conducidos, cual rebaño manso y somnoliento, a un alejamiento de lo real que, como decía hace poco un comentarista de este blog, «busca la perfección de nuestro futuro como esclavos», esclavos de ya sabemos quién.  

Tanto el poeta como el niño están bendecidos con lo que Chesterton llamó «el mínimo místico»: la conciencia de que las cosas son... y punto, el darse cuenta de que lo recibido a través de los de los sentidos no es una ilusión, sino «el saludo del mundo». Y esto es lo que nos falta a los adultos… y lo que los adultos estamos quitando a los niños… y también a los poetas.
Lluvia en un bosque de robles de Ivan Shishkin (1832 - 1898). 
Como lúcidamente señaló Senior, se requiere un retorno al realismo a través de «el buen uso de nuestra razón» y de una «imaginación saludable». El control prudencial de lo tecnológico y el abrazo a los grandes y buenos libros ayudará, no hay duda. Esto podrá conducir a nuestros hijos a un reencuentro con la realidad a través de su encarnación poética en su vida cotidiana. Recordemos a Wordsworth:

«Hubo un tiempo en que el prado, el huerto y los arroyos,
la tierra y cada paisaje corriente,
me parecían
ataviados de luz celestial,
con la gloria y la frescura de un sueño»

Pero hará falta algo más que la literatura y el contacto con lo natural, como cierto es también que el preocuparnos de darles este algo más (de hecho, casi todo) habrá de correspondernos de igual manera a nosotros. Ya saben a qué me refiero. 
  
Porque quizás, como meros padres de familia, la mayoría sepamos poco de alta ciencia, de erudita cultura y de profunda filosofía o teología, pero hay algo que sí debemos saber, algo que estamos obligados a enseñar: «las cosas que se deben hacer primero», las cosas básicas y elementales sin las cuales no se puede ir más allá; los primeros peldaños, los pilares maestros… por eso nosotros, la familia, somos tan importantes, y a eso se refería John Senior cuando decía: «solo a través de familias renovadas es posible una restauración general de la cultura».  

Que así sea.

Comentarios

  1. No me cansaré de recomendar su blog y de agradecerle el esfuerzo y cariño que vuelca en él. Es reconfortante encontrar entre tanto espejismo y humo, tantos kilos de verdad y belleza.
    Muchas, muchas gracias.
    mmp (Magdalena)

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    1. Muchísimas gracias Magdalena, no sabe lo que me reconforta oír palabras como las suyas. Dan aliento y fuerzas.
      En todo caso es usted excesivamente generosa.

      Un saludo cordial.

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  2. Le agradezco enormemente este blog tan interesante, simple y por ello mismo profundo como el mar.
    Gracias!
    Francisco

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    1. Y yo le agradezco sus palabras, Francisco. Saber que a alguien le puede resultar de ayuda e interés me reconforta y me compromete más aún.

      Un saludo cordial.

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  3. Maravilloso, Don Miguel, maravilloso. Estoy completamente de acuerdo con lo que ha expuesto y, ciertamente, me parecen claros como el día los motivos por los cuales los brazos ejecutores del Mal pretenden, en última instancia, la destrucción de la familia.

    La materia nos habla de su Creador, y al observarla con los ojos de un niño, frescos y despojados de toneladas de vaciedades escritas por los tahúres del lenguaje, emerge el Espíritu creador, Dios, como el agua fresca en un manantial de montaña. También por eso, formó parte de esa hoja de ruta demoníaca a la que alude esa moda por el Maya hindú y otras tantas filosofías orientales que sitúan nuestro ombligo como creador del Universo. En fín, muy lúcido y cargado de razón cuanto ha escrito.

    Un abrazo

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    1. Gracias por sus apreciaciones, Jordi.

      La verdad es que estamos "rodeados" y la lucha resulta agotadora. Pero las cosas son así. Esto es lo que nos ha tocado vivir y hay que desvivirse en el combate.
      La verdad esta ahí fuera, solo hay que saber mirar.

      Un abrazo.

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