MAS SERIES Y MAS NATURALEZA. LA EMOCION DE LA AVENTURA

Tintagel, Cornualles, de William Trost Richards (1833-1905).



«Hay deleite en el bosque sin senderos, 
hay éxtasis en la costa solitaria, 
hay compañía, allí donde nada se hace presente, 
y al lado del mar profundo hay música con su rugido: 
No amo menos al hombre, sino más a la naturaleza».

Lord Byron


«¡Rompe, rompe, rompe, 
en tus frías piedras grises, oh mar! 
Y quisiera que mi lengua pudiera pronunciar 
los pensamientos que surgen en mí».

Alfred Lord Tennyson


«Como todos los románticos saben, las aventuras ocurren en días aburridos y no en días soleados».

G.K. Chesterton



Enlazando dos de los temas tratados recientemente (las series de libros de grupos de niños explorando y resolviendo misterios y la de la vuelta a la naturaleza como realidad creada sobre la que asentar todo conocimiento), comentaré hoy varios libros que combinan ambos y que se integran en eso que los británicos han denominado el subgénero de «acampar y caminar»: historias sobre aventuras infantiles que surgieron en la década de 1930 en Gran Bretaña. Estas novelas se centraron en las actividades recreativas en vacaciones, como vela, campamento y senderismo de niños en su mayoría de clase media en la campiña británica. La serie más conocida y representativa de este subgénero (y la de mayor nivel literario) es la ya comentada en este blog de los Vencejos y Amazonas de Arthur Ransome.

Los libros que voy a comentar son mucho menos conocidos que los de las series escritas por Ransome o las de Enid Blyton vistas hace pocas fechas, pero creo que reúnen igual interés y que incluso, aunque responden a los mismos patrones que aquellos, gozan de un nivel literario superior, al menos a las de Blyton.


Y sin más demora comienzo. 


Mary Fitt, 1897-1959 (seudónimo de Kathleen Freeman).

Kathleen Freeman era una señora muy, pero que muy seria, erudita profesora de griego y autora de numerosos tratados sobre la Grecia Clásica. Sin embargo, bajo el seudónimo de Mary Fitt escribió cuentos y novelas de misterio, y llegó a ser una figura relevante de la denominada Época de Oro de la novela de detectives, y colega reconocida de Agatha Christie y Dorothy Sayers en el famoso Detection Club. Y no solo eso, la seria y sesuda señora Freeman también escribió 12 libros infantiles, entre 1953 y su muerte en 1959, la mayoría de ellos relatos de misterio, casi todos protagonizados por la intrépida Annabelle y de los cuales solo uno ha merecido la atención del mercado español: Merrit, aprendiz de detective, publicado por la Editorial Albor en 1956. Lamentablemente, solo puede conseguirse en librerías de segunda mano.

Portada y dos ilustraciones del libro de Peggy Fortnum (1919 - 2016).

La trama de la narración es simple, sin efectismos ni golpes teatrales pero, al mismo tiempo, ingeniosa. Los protagonistas son tres jovencitos —dos muchachos y una muchacha—, pero quien acapara toda la atención es uno de ellos, Merritt, un personaje destacable, del estilo del Fatty de la serie Misterio de Blyton, pero de más empaque y categoría. El protagonista es un chaval peculiar, de cualidades poco comunes, con una mezcla de imaginación y curiosidad que le convierte en el aprendiz ideal de detective. Merrit posee nociones sobre las cosas más variopintas y peregrinas, a las que acompaña de curiosas explicaciones que, más a que petulancia, responden a una sincera generosidad y que despiertan la simpatía y sonrisa de los lectores (a mi hija pequeña le entusiasmó). Me parece perfectamente aplicable al personaje esa frase de Conan Doyle que dice, «El mundo está lleno de cosas obvias que, por alguna razón desconocida, nadie observa»; al leer la novela vemos claro que Merrit sí observa esas obviedades sobre las que pasa de largo a la mayoría y esto le hace diferente

Creo que sus hijos se deleitarán aprendiendo, como decía Horacio, viejo y noble ideal este cada día más difícil de alcanzar.

Desarrollada en los ventosos parajes de las costas de Cornualles, la historia posee un argumento sencillo: cuando la pequeña Margarita recibe una escueta nota de su hermano gemelo Pomeroy pidiéndole a abandone la escuela y regrese a su lado a la gran casa de Cornualles («Querida Margarita, ven»), con una posdata en clave en la que le decía que hiciera exactamente lo contrario, la niña comienza a preocuparse. A partir de este momento se suceden inquietantes y siniestras situaciones en las que se ven envueltos ambos hermanos. Para ayudarles a salir de tales embrollos y misterios contarán con la inestimable ayuda de Merritt, el verdadero protagonista. Apasionante, divertida y muy entretenida. Sus hijos quedarán atrapados. 

Elinor Lyon, 1921-2008

Los seis libros de la Sra. Lyon editados en España por Toray.

En cierto modo (y según su propio testimonio), los libros de Lyon fueron una reacción a la famosa serie de Arthur Ramsome de Vencejos y Amazonas, ya comentada en este blog (VENCEJOS Y AMAZONAS). Por lo tanto, la idea de fondo que subyace en los relatos es la misma: aventuras y misterios protagonizados por un grupo de niños que se desarrollan en el periodo vacacional en el campo y casi sin supervisión de los adultos. Sin embargo, a diferencia de los libros de Ransome, los protagonistas de las historias de Lyon no son tan perfectos, pues sus niños a veces se pelean y a menudo hacen las cosas mal, aunque al final, como en aquellos, las aventuras acaben felizmente.

El fiordo de l Cycle, Escocia, del reverendo John Thomson (1778-1840).


«Mi corazón está en las Tierras Altas. 
Mi corazón no está aqui. 
Mi corazón está en las Tierras Altas, 
persiguiendo a los ciervos...». 


Los libros de Lyon son atractivos no solo por las emocionantes hazañas que protagonizan los niños, sino también debido a sus descripciones de paisajes evocadores y agrestes que recuerdan al anterior poema de Robert Burns: cavernas, cimas de las montañas, barcos y bordes de acantilados, son a menudo escenario de situaciones apuradas y peligrosas. A su vez, las localizaciones geográficas de sus novelas son igualmente atractivas: la serie de libros sobre las aventuras de Ian, Sovra, y su amiga huérfana Cathie, se desarrollan en la península de Ardnish, cerca de Arisaig, en las Tierras Altas de la Escocia natal de la autora, y varios de sus otros títulos tienen como escenario las tierras galesas en las que aquella pasó la mayor parte de su vida. 

Estos libros (como todos los del subgénero de «acampar y caminar») representan una era (la posguerra de los años 40 y 50 del pasado siglo), cuando se permitía a los niños mucha más libertad de la que existe hoy: por peligroso que pueda ser el obstáculo que enfrenten, los chavales protagonistas, sin temor y sin ninguna interferencia de adultos, siguen adelante. Como explican Ian y Sovra a un nuevo amigo en una de las novelas: «Quédate con nosotros y no te aburrirás. Puede que te marees o que naufragues y te ahogues, puede que te pierdas, te quemes o, incluso, te mueras al caer por un precipicio, pero desde luego no te aburrirás». Ese es el espíritu de exploración, emoción y aventura que se respira en todos los relatos.

A pesar de que no ha sido suficientemente reconocida, la sra. Lyon tuvo entre sus admiradores a Walter de la Mare y el prestigioso suplemento literario del periódico The Times llegó a definirla como «un escritora para recordar y buscar». Alguna crítica académica ha señalado que Lyon «nunca utiliza dispositivos mágicos en sus libros, sin embargo, muchos de ellos tienen una especie de aura fantástica y espiritual que se deriva de su juego con el destino, la profecía y el azar, y la utilización de un trasfondo histórico y legendario basado en el pasado celta de los lugares en los que se desarrollan los relatos».

Aunque la sra. Lyon llegó a escribir más de veinte novelas para chicos, en España solo la editorial Ediciones Toray publicó en los años 70 seis de ellas. Tres están protagonizadas por Ian, Sovra y Cathie: La fuga de Cathie, en 1953 (Ian y Sovra conocen y ayudan a Cathie, una huérfana que trata de seguir la única pista que tiene para encontrar a su familia biológica, a través de los paisajes de las Highlands de Escocia), El secreto de las piedras talladas, en 1962 (un desaliñado ermitaño colabora con los tres niños protagonistas para resolver un misterio asociado a las ruinas de una abadía) y Extraños tras la puerta, en 1967 (Cathie, Sovra e Ian ayudan a un amigo a recuperar la propiedad familiar en Mallaig y a resolver el misterio de un ancestro irresponsable y su tesoro perdido).

Además se publicaron tres novelas más con otros protagonistas: Los chicos de la colina, en 1958 (desde que un maremoto lo cubrió años atrás, un pueblo costero ha permanecido enterrado e intacto bajo la arena. Cuatro niños descubren cómo llegar hasta las ruinas), Verdes crecen los juncos, en 1964 (un lugar en la abrupta costa galesa, cerca del distrito de los Lagos de Snowdonia, una antigua calzada romana asociada a un misterio atrapa a los protagonistas) y El valle del eco, en 1965 (un misterio en Gales, un collar de esmeraldas escondido por amor por un hombre que fue asesinado en el mar. La música se revela fundamental en la trama, y las viejas canciones galesas son la clave para descubrir el misterio).

Snowdonia, de Sidney Richard Percy (1821-1886).


Para chicos de 11 años en adelante.


David Severn, 1918-2010 (seudónimo de David Storr Unwin).

David Severn era hijo de Sir Stanley Unwin, un conocido editor británico de mediados del siglo pasado, y desde muy joven, e influenciado por el ambiente literario familiar, se dedicó a la literatura, llegando a escribir unos 30 libros para niños y jóvenes.

Muchas de las historias de Severn se publicaron durante la Segunda Guerra Mundial y ofrecieron a los británicos, como evasión, un ambiente rural de paz en un momento de estrés nacional, en el que las bombas, el miedo y el hambre acaparaban toda la atención. Así, su primera serie de libros se publicó entre 1942 y 1946, y es la única de la que se ha publicado algo en español. Concretamente, la editorial Juventud publicó, en los años 50 dos novelas, El desconocido del bosque y Una cabaña para Crusoe.

Portadas e ilustraciones de los dos libros realizadas por Joan Kiddell-Monroe (1908–1972).

El desconocido del bosque (1942) es la primera de una serie de cinco historias protagonizadas por varios niños y un adulto peculiar, conocido como Crusoe, y sorprenden por su calidad literaria. El argumento es sencillo: se trata de dos niños que son evacuados de Londres porque su padre es ingresado en el hospital, y son llevados a la granja familiar de Whitehouse (situada en Essex), donde se suceden las aventuras en la compañía de los gemelos Brian y Pam, un pony llamado Nobby y un perro llamado William. Un misterioso campista que se hace amigo de los niños (Crusoe), un almiar lleno de heno que se incendia y los niños que tratan de demostrar que Crusoe es inocente. Las ilustraciones de Joan Kiddell-Monroe son excelentes.

Los valores que contiene la novela incluyen un sincero amor por el campo, promueven el contacto y la observación cercana de la naturaleza y la apreciación de su belleza. Los lectores son advertidos contra la recogida de los huevos de las aves; hay deleite y asombro en el descubrimiento de unos cachorros de zorro; los pájaros revolotean, en un ir y venir por las páginas, y se expresa compasión por los animales.  El tono del relato no deja de recordarme los versos de Keats:

«Hermosa es Inglaterra.
Yo podría ser dichoso
sin ver más verdes colinas que las suyas,
sin sentir otras brisas que aquellas que susurran
en bosques escondidos olvidadas historias...».

Parque de Wivenhoe en Essex, de John Constable (1776-1837).

El segundo libro de la serie fue Una cabaña para Crusoe (1943), donde el intento de construir una cabaña en medio del bosque lleva a Crusoe y a los niños a entrar en conflicto con un grupo de gitanos rumanos. Los gitanos se pintan de manera realista, con una presentación de sus campamentos tradicionales y de su modo de vida tratadas de forma sensible y respetuosa. El conflicto se resuelve, y con la ayuda del patriarca gitano Patch Cooper, Crusoe consigue una caravana en lugar de una cabaña.

Los valores de este segundo libro son los mismos que los del anterior, invitando a los niños a apreciar la belleza de la naturaleza más que concienciándolos sobre preocupaciones ambientales.

Les siguieron tres libros más con los mismos protagonistas, pero no hubo continuidad en la traducción al español y solo tenemos en castellano esos dos.

¡Ah! Y una cosa más; la libertad que se respira en estos libros, donde se permite a los niños ir a donde quieran, de día o de noche, y la mayor parte de las veces sin supervisión de adultos, haciendo, más o menos, aquello que les gusta, seguro que les parecerá a los niños de hoy una fantasía casi tan grande como todo lo que puedan leer de Tolkien o C.S. Lewis.  

Les aseguro que sus hijos no dejarán de leer.


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