LA IMPORTANCIA DE LOS ÁLBUMES ILUSTRADOS Y LA LECTURA TEMPRANA

Algunos de los álbumes ilustrados que en su día  leyeron mis hijas.



«Con la lectura de libros sucede lo mismo que con la contemplación de las imágenes; uno debe, sin duda, sin titubeos, con seguridad, admirar lo bello».

Vincent van Gogh


«Porque, para un niño, lo más extraño de todo y el libro más ricamente ilustrado de todos, es que su madre fue un niño también».

J. M. Barrie



Los álbumes ilustrados son más complejos de lo que comúnmente imaginamos y probablemente tengan más influencia en la vida de nuestros hijos de lo que semejan a primera vista. Su aparente simplicidad y la ingenuidad que se les presupone, hacen que trivialicemos sus efectos y, por ende, que les prestemos muy poca atención.

Y esto sucede, en parte, porque no somos conscientes de a quiénes se dirigen. Y así,  las más de las veces, olvidamos el grado de sensibilidad, fragilidad y desamparo de sus destinatarios o la maleabilidad y porosidad de sus almas. Porque, no nos engañemos, miramos esos libros desde nuestras firmes y altivas atalayas de adultos y no somos capaces de agacharnos para, poniéndonos a la altura de los pequeños, atentamente, escuchar y mirar. Una buena forma de hacerlo es leer con nuestros hijos cuentos y álbumes ilustrados y demorarnos en sus reacciones, sus deleites y sus temores y hacerlo durante el mayor tiempo que sea posible.

Por tanto, los álbumes ilustrados cumplen una función importante y por eso mismo deben ser objeto de atención. 

Dada esta importancia, la primera cuestión que se nos presenta es la referente a su elección. Así, en la selección de estos libros es necesario tener presente no solo aspectos que se imponen por su evidencia, como la carencia de ilustraciones antiestéticas, burdas u obscenas, la ausencia de un lenguaje soez y tosco o las actitudes de los protagonistas frente al bien o el mal. En estos casos basta muchas veces con leer el título para calar el libro. No, eso se da por descontado. Hablo de que nuestro miramiento deberá fijar su atención en matices más sutiles: hemos de saber que es probable que entre esas pocas páginas se encierren ideas o mensajes no tan aparentes y menos inofensivos de lo imaginado.


Lo dicho: dos álbumes que me gustan y dos que no me gustan. Me ahorro explicar las razones; las imágenes y los títulos hablan por sí solos.

No olvidemos que, como todo libro, y especialmente como uno dirigido a los niños (sujetos de instrucción por antonomasia), estos álbumes ofrecen perspectivas sobre cuestiones éticas y morales que reflejan la escala de valores del autor y su concepción, presente y futura, de la vida social, política o religiosa. Y a veces esto se hace subrepticiamente y de forma intencional. Es decir, que esa aparentemente inocente combinación de imágenes y palabras provee una representación, no sólo de cómo es el mundo, sino de cómo debe ser según la visión particular de su autor. Como cualquier otro libro, vamos; pero con la peculiaridad, alarmante, de que los niños son unos sujetos especialmente impresionables (la tabula rasa de que hablaba Locke en su Ensayo sobre el entendimiento humano).

Por tanto, a la hora de elegir estos libros no podemos pensar como adultos. Cuando un niño se enfrenta a un texto ilustrado sabemos que no tendrá lugar el clásico y conocido proceso interactivo en el que el lector contrastará lo leído con su previa experiencia y, en cierto sentido, negociará con el texto y lo someterá a crítica. No. Los niños pequeños, casi con total seguridad, absorberán pasiva e incuestionablemente todo aquello que el libro les transmita.

Ilustración de Robert Childress (1915–1983).

Unido a esto, no se debe menospreciar el potente, y en ocasiones, duradero efecto que una sabia combinación de imágenes y palabras puede causar en una mente infantil.

Los personajes de un libro ilustrado cobran vida en los registros verbales y visuales de nuestras memorias adultas, mediante la evocación de las palabras que cuentan la historia y las imágenes que la ilustran. Sin duda alguna, estas palabras y estas imágenes impactan duraderamente en los niños. Y ello, aun cuando la inicial unión de palabra e imagen pueda no permanecer unida en esta impresión. Porque, lo cierto es que la palabra y la imagen pueden no coincidir en el mismo lugar de la memoria, o incluso pueden solaparse, y su impacto nunca es equivalente o proporcional. Algunos recordamos frases de algunos libros pero no sus imágenes y otros recuerdan las imágenes o imagen concreta de ese libro, pero ni siquiera se acuerdan de la historia. Como pasa con la letra y la melodía de una canción, estas impresiones se experimentan juntas, pero a veces se evocan separadamente e incluso se emancipan unas de las otras para no reunirse jamás. 

Esto explica por que razón no debemos minusvalorar el poder de estos álbumes ilustrados, con sus pocas palabras, su lineal argumento y sus simples imágenes. Quizás alguno de los que hayamos leído o demos a leer a nuestros hijos permanezca en sus memorias, fragmentariamente y entremezclado con otros libros, o pura y límpidamente recordado.


Ilustración de Jessie Willcox Smith (1863-1935).

En este sentido, está estudiado que los niños a partir de los 15 meses pueden aumentar su vocabulario y comprensión de la realidad «leyendo», si puede decirse así, álbumes ilustrados. De esta manera, los niños más  «leídos» pueden asignar con más facilidad que los que no lo son palabras y conceptos, aprendidos en imágenes visualizadas en álbumes ilustrados, a objetos reales, tanto como a la inversa, pueden reconocer en las imágenes de los álbumes ilustrados objetos reales ya conocidos (Ganea, P., Pickard, M. B., & DeLoache, J. S. (2008). Transfer between picture books and the real world by very young children. Journal of Cognition and Development, 9, 46–66.).

Pero para que esto suceda debe darse lo que los expertos llaman iconicidad (palabra esta que creo no existe en español), es decir que haya una semejanza entre los objetos y las imágenes. Por lo tanto, el álbum ilustrado funcionará mejor con imágenes realistas que con caricaturas o cuasi abstracciones, todo lo contrario a lo que puede encontrarse hoy día en la oferta editorial. 

Así que no solo la belleza de las ilustraciones debe regir nuestras elecciones (que sí, que es el argumento con mayúsculas y que por ello se basta y se sobra), sino que también hay razones de utilidad o conveniencia práctica. Lo que debe llevarles a buscar álbumes con ilustraciones bellas, realistas y de calidad. Sus hijos se lo agradecerán.


Ilustraciones de  Elizabeth Shippen Green (1871–1954) y de Jessie Willcox Smith (1863-1935).

Finalmente, es de interés destacar que diferentes estudios, desde ya hace muchos años, sostienen que los menores que muestran un escaso progreso en las primeras etapas de la enseñanza de la lectura son más lentos en años posteriores, y que los que mediante una lectura temprana amplían su vocabulario y su conocimiento compensan más adelante posibles diferencias intelectuales innatas. Y al contrario, la ausencia de «contacto con lo impreso» genera problemas de falta de motivación y pérdida de confianza en las propias posibilidades, lo que dificulta enormemente la adquisición de competencia lectora  (Stanovich, K. E. (1984). The interactive-compensatory model of reading: A confluence of developmental, experimental and educational psychology. Remedial and Special Education, 5(3), 11-19, y Stanovich, K. E. (1986). Matthew effects in reading: Some consequences of individual differences in the acquisition of literacy. Reading Research Quarterly, 22, 360-407.). Vamos, que aquellos niños que  leen más intensamente, desde más temprana edad y durante un mayor periodo de tiempo, generan una brecha cultural con aquellos otros que no lo hacen así, brecha que se acrecienta con el tiempo. En la lectura, por tanto, los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres.


ilustraciones de Jessie Willcox Smith (1863-1935) y Marcel Marlier (1930-2011).

Hay que prestar atención a estos pequeños y aparentemente insignificantes libros, primero, porque pueden ser el primer peldaño en la escalera cultural de sus vidas, y segundo, porque al igual que ese peldaño puede ser sólido y estar compuesto de buenos materiales, puede también estar podrido, lo que afectará a la construcción final de sus almas. Y la mejor manera de prestar esta atención es, de entrada, elegir buenos libros para luego leerlos uno mismo y después, si pasan el filtro, leerlos con nuestros hijos; solo así podremos hacer una valoración correcta de qué estamos dándoles y qué efecto les está produciendo.

Así que, ya saben: no menospreciemos los álbumes ilustrados, ni tampoco su grado de influencia. Reparen en que, pese a sus potenciales riesgos ya comentados, ningún libro viene con un prospecto de indicaciones o contraindicaciones, o de dosis o pautas de utilización según la edad. Es labor nuestra, no solo leerles libros, sino también testar los mismos (su tema, su tono y su estilo), ya que, como decía el lema labrado en piedra en el frontispicio de la biblioteca de Tebas, los libros –todos–, son «medicina para el alma» y lo que ninguno de nosotros en modo alguno desearíamos es criar hijos con un alma enferma.




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Comentarios

  1. La paz del mundo, la paz política -como lo recordó el padre Roger-Thomas Calmel, O.P., en un notable ensayo dedicado a las apariciones marianas en Fátima- es un don de Dios y del Corazón Inmaculado de María: tal la enseñanza que debe deducirse sin dificultad de las palabras de Nuestra Señora a los tres pastorcitos de Cova de Iría. Pues aún las buenas instituciones de las que se esperaría una contribución decidida a la paz del mundo, así como sostienen a las personas en el bien, son recíprocamente sostenidas por la justicia de las personas que las conforman, y esta justicia personal depende de la gracia de Dios. La que, para derramarse, requiere a su vez de la conversión -empezando por la conversión de los cristianos sumergidos en un naturalismo que ha inficionado completamente las conciencias. Si se quiere evitar las calamidades anunciadas en las profecías conminatorias proferidas y escritas desde antiguo y que ahora encuentran el escenario más propicio a su realización merced al materialismo de Estado y al hábito universal del hedonismo urge, pues, la conversión de las almas y de la sociedad: es Cristo Rey, proclamado por las sociedades, y no la ONU, quien convierte las lanzas en arados y ahuyenta los horrores de una guerra nuclear.

    Que los hombres de Iglesia ya no reconozcan esta verdad primarísima y no reclamen al mundo esta adhesión necesaria equivale a empujar a la humanidad entera al abismo. Así, al tiempo que se bate el parche de la misericordia, se renuncia patentemente a las tres principales obras de misericordia espiritual, resultando en un crimen incomparable en magnitud, por lo orbital, y una traición a la propia misión capaz de causar pavor al firmamento. Una aceleración vertiginosa de los tiempos con el sello de Caín y de Judas.

    https://in-exspectatione.blogspot.com.ar/2017/12/el-cine-cuenta-la-crisis.html

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  2. Es una necedad afirmar que los animales o las plantas tienen derechos sin juicio racional para valorarlos, ejercerlos y rendir cuentas.

    https://forocatolico.wordpress.com/2017/12/16/la-excomunion-a-perpetuidad-contra-quienes-autoricen-corridas-de-toros-y-los-accidentes-recientes

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    Respuestas
    1. Totalmente de acuerdo; uno de esos disparates contrarios al sentido común que contrastan con la insensibilidad ante el asesinato de inocentes en el vientre de sus madres.

      Gracias por la atención.

      Un saludo.

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    2. ¿Y los asesinados fuera del vientre como el puto wochtila genocida DE ALMAS por no darles el alimento de los pequeñuelos que es la VERDADERA DOCTRINA CATÓLICA???? ustedes IDIOTAS humanistas.

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    3. ¡salvad a estas pobres hijas de wochtila!!
      bautizada la una, la otra desconozco, pero el caso es que no quieren saber nada con la religión... pobrecillas víctimas de ese ser nefasto que usurpó el Trono Petrino ¡¡y desde allí envenenó las ALMAS con su modernismo rampante!!


      https://youtu.be/mUvYo2r2p-A
      LA RELIGIÓN COMO FRAUDE ESPIRITUAL Y ARMA POLÍTICA
      Aida Explorer

      -


      http://www.azulmistico.com/tag/halloween/

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  3. A las imágenes que cuelga podrían añadirse más libros de Helen Oxembury (Sopa de calabaza y otros), Helen Docherty (El Trincalibros), Richard Scarrys, Stephen Cartwright, Beatrix Potter, Jill Barklem (El seto de las zarzas), algunas ediciones bonitas de cuentos de Oscar Wilde... hay muchos cuentos bonitos como para perder el tiempo con cuentos de mala calidad!

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