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La belle dame sans merci, de Walter Crane (1845-1915). |
«El color es un medio de ejercer influencia directa en el alma. El color es el teclado, los ojos son los martillos, el alma es un piano con muchas cuerdas. El artista es la mano que toca y toca una u otra tecla deliberadamente, a fin de causar vibraciones en el alma».
Vasili Kandinsky (1866-1944)
Como ya adelanté en el anterior post, iniciaré hoy
una serie de entradas en los que recopilaré aquellos ilustradores que, a mi
juicio (y ajustándose al gusto, en train de eduquer, de mis hijas),
merezcan una recomendación, así como aquellas ediciones de sus trabajos que
puedan ser accesibles en el mercado literario español. Y sin más preámbulos, empiezo:
Walter Crane (1845-1915)
Fue
considerado uno de los mejores ilustradores de la época victoriana y sigue
siendo estimado como uno de los grandes maestros de la ilustración de todos
los tiempos. Junto con William Morris, fue uno de los máximos exponentes del
famoso movimiento estético Arts & Crafts y su carrera artística se
desarrolló en múltiples ámbitos. Crane era un hombre polifacético, un
artista all around, como gustan de decir los anglosajones, a la manera
renacentista: escritor, pintor, diseñador, artista decorativo, y en
lo que aquí nos interesa, uno de los creadores de libros infantiles más
prolíficos, populares e influyentes de su generación, con carácter de precursor
e innovador. Durante su larga carrera escribió más de 60 libros, que
también diseño e ilustró, además de adornar con su arte las obras infantiles de
otros autores como, Mary Louisa Molesworth, Perrault, Nathaniel Hawthorne,
Mary de Morgan, los hermanos Grimm y Oscar Wilde.
Walter
Crane respondía a la distinción que él mismo gustaba hacer entre los que
llamaba los artistas pictóricos y los artistas decorativos; los primeros
dedicados a producir bellas imágenes individuales, y los segundos (entre los
que él se situaba), aquellos que extendían su trabajo al conjunto del libro,
laborando toda la página impresa, incluido el texto y las ilustraciones, y sin
olvidar las páginas del título y la decoración de las portadas y los lomos, los
encabezados y frontispicios, los corchetes y los complementos y adornos.
Crane
pensaba (y así ha sido desde entonces) que las ilustraciones deben coordinarse
con la historia narrada para involucrar al lector con la obra entendida como un
todo.
Con su
trabajo transformó gradualmente los libros para niños en una forma de arte
sofisticada, utilizando gran variedad de medios técnicos (como las mejoras de
la época en grabados de madera para el color y la impresión gráfica),
intelectuales y estéticos.
La obra
de Crane, a caballo entre la estética prerrafaelita y el art nouveau,
estuvo influenciada por los grabados y estampas japonesas, con composiciones
decorativas en perspectiva plana o muy profunda y colores sólidos. Así nos lo
describía él mismo: «Su tratamiento, en un contorno negro definitivo y con
colores planos, brillantes y delicados, crea una sensación vívida, dramática y
decorativa, que me llamó la atención de inmediato y que me esforcé por aplicar
a los temas imaginativos y humorísticos de los modernos libros infantiles».
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Dos de los títulos comentados, en ediciones magníficas de Reino de Cordelia y Alba editorial, respectivamente. |
La
frescura y viveza de las inspiraciones medievales y clásicas con que Walter
Crane dotaba a sus ilustraciones todavía sorprenden por su armonía y belleza, y
por el color y el detalle que destacan sobre todas las cosas.
Afortunadamente,
se ha publicado recientemente un considerable número de sus libros infantiles,
aunque es verdad que el reducido formato de su edición dificulta el goce de los
dibujos. Aun así, son altamente recomendables, por lo que les conmino a que se
hagan con algún ejemplar.
En el
mercado de libros en español tenemos bastantes cosas en las que fijar la
atención. Por ejemplo, la editorial Libros del Zorro Rojo ha hecho una edición
muy cuidada de El príncipe felíz y otros cuentos, de Oscar Wilde, con
los grabados en blanco y negro de Crane que ilustraron su edición original; por
su parte, Reino de Cordelia ha editado La bella y la bestia, de
Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, con las maravillosas ilustraciones a todo
color del artista. También Olañeta publicó en su día El collar de la
princesa Fiorimonde y otros cuentos, de Mary de Morgan, y Alba editorial ha
reunido hace poco, en un solo volumen, El libro de las maravillas y Cuentos
de Tanglewood, historias sobre mitos griegos escritos para niñas y niños
por Nathaniel Hawthorne, ilustrados, además de por Walter Crane, por la
delicada artista británica Virginia Frances Sterrett.
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Alguna de las inspiradas ilustraciones de W. Crane. la primera, del librito Flores para una boda y la segunda, para El capullo de rosa y otros cuentos, de Arthur Kelly. |
Por
último, se pueden encontrar a través del sistema de publicaciones
independientes que facilita y distribuye Amazon (Createspace Independent Pub),
ediciones interesantes como La bella durmiente y otros cuentos, La
bella y la bestia y otros cuentos, Cenicienta y otros cuentos, Esopo
para niños, El príncipe rana y otros cuentos y algunos títulos más,
así como los Cuentos de Perrault editados por The Planet.
Todos
los libros son recomendables para niños de 7 años en adelante.
Ivan Bilibin (1876–1942)
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Escenario pintado por Bilibin para la ópera Sadkó, de Nikolái Rimski-Kórsakov. |
Ivan
Bilibin es uno de los más grandes representantes de lo que se dio en llamar la
edad de plata del arte ruso, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Particularmente famosas son sus ilustraciones de cuentos rusos, aunque destacó
también en otros ámbitos como pintor y decorador (por ejemplo, en sus diseños
de vestuario y escenarios de los famosos ballets rusos de Dyagilev).
Las
ilustraciones de Bilibin fascinan por la asombrosa precisión de sus líneas y
por los efectos artísticos causados por una delicada combinación de colores y
sombras. Además, el artista incluía en su repertorio de imágenes, a modo de
ornamento que embellecía sus dibujos, muchos motivos naturales: setas,
agáricos, lirios de agua, acianos, manzanillas y muchos más tipos de hierbas,
dibujadas con una precisión botánica increíble y combinadas con adornos
estilizados de los típicos bordados campesinos.
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Ilustraciones de Bilibin para los cuentos El Zar Saltán, de Puskhin, y María Morevna, popular. |
Al
igual que sus colegas contemporáneos del oeste de Europa, Bilibin se vio
influenciado por el arte japonés de las estampas y los grabados; Hiroshige,
Utamaro y Hokusai dejaron una clara huella en su trabajo.
Pero
esa influencia de los pintores japoneses es solo parcial, pues el artista,
junto a algunos otros artistas de su generación (reunidos en el grupo Mir
iskusstva), creó lo que se dio en llamar el estilo «Bilibin», en el que
unía la técnica pictórica oriental con el folclore ruso. Se trata de un art
nouveau particular, como todo lo ruso, un arte nuevo pero con aire
retrospectivo, que bebe en las fuentes del folclore y la tradición eslava. De
esta manera, se llevó a cabo una renovación/restauración del estilo
tradicional ruso, volviendo para ello la vista a las viejas tradiciones y
costumbres; por ejemplo, el tocado tradicional de las mujeres rusas se utilizó
como estilo arquitectónico. El propio Bilibin publicó una monografía sobre las
artes folclóricas del norte de Rusia en 1904.
En su
trabajo esta renovación estilística se intensificó de modo particular. Su arte
es resultado de un uso de la tradición popular basada en las artes medievales y
una maximización del romanticismo connatural al alma rusa, con un uso de
atmósferas y ambientes fantásticos, mezclando diseños e ilustraciones antiguos
con nuevas tendencias y técnicas provenientes, como he dicho, del Oriente. Son
también destacables sus diseños de portadas, en los que se combinan
decoraciones de tipografía antigua eslava y motivos de cuadros florales en los
bordes de las páginas.
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Otra ilustración para el relato Maria Morevna. |
Este
nuevo y personal estilo encontró una vía de expresión ideal en la ilustración
de los cuentos de hadas tradicionales (los famosos cuentos rusos), fueran los
escritos en verso por Pushkin o los rescatados de la tradición folklórica por
Afanásiev.
No
puedo ocultar que su forma de dibujar me fascina. Lo encuentro armonioso,
suave, misterioso e intensamente romántico. Por ello, recomiendo que busquen
libros que contengan sus deliciosas ilustraciones y se los den a leer a sus
hijos.
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Los dos volúmenes de cuentos rusos editados por la editorial Reino de Cordelia. |
En
español podemos encontrar su arte en distintas ediciones de cuentos rusos; así
Reino de Cordelia ha editado, con el cuidado que les caracteriza, dos volúmenes
preciosos: El Zar Saltan y otros cuentos populares rusos, de Pushkin, y Basilisa
la bella y otros cuentos populares rusos, de Afanásiev; Gadir editorial, en
su colección El bosque viejo, ha publicado varios cuentos de Pushkin
ilustrados por Bilibin, como El cuento del gallo de oro y El Zar
Saltan. Estos dos últimos cuentos fueron editados en forma de álbum
ilustrado por Asuri; por otro lado, Anaya editó, en tres preciosos volúmenes,
los cuentos populares recogidos por Afanásiev con ilustraciones de Bilibin.
También Lumen, en los años 80, publicó dos volúmenes titulados Cuentos
rusos, con las ilustraciones del artista.
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Los dos álbumes editados por Asuri. |
Espero
que a sus hijos les guste mirar y remirar estos libros y que sirvan para
causar vibraciones en el alma, como decía Kandinsky en la frase que da
inicio a esta entrada.
Hijos no tengo, pero,desde la niña que fui hace muchos años, miro y remiro estas bellas ilustraciones, y como entonces, vuelve a vibrar mi alma. Además, se las pasaré a mis sobrinos y sobrinos nietos, que sabrán, o aprenderán, a apreciarlas.
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
¡Muchísimas gracias por la atención y la lectura, de verdad!
ResponderEliminarUn saludo cordial.