![]() |
Niña en el campo (detalle), de Ludwig Knaus (1829-1910). |
«¡Flores de
cerezo en la noche!
como ángeles
descendiendo del
cielo».
Kobayashi Issa
«La bondad es
como la nieve: embellece todo lo que cubre».
Khalil Gibran
Voy a hablar de cuatro pequeños álbumes que, en mi opinión, tienen en
común el tono feliz de un día cualquiera, pues la alegría que palpita entre sus
páginas no está asociada a nada extraordinario y descansa en las pequeñas cosas
que conforman lo cotidiano. Se trata del simple goce de vivir.
Y como el niño es quien de estas cosas más sabe, me remito a aquello
que puedan expresarles sus hijos, sobrinos o nietos cuando les lean alguno de
estos libritos, si es que así lo estiman conveniente. Creo poder adelantarles
esa reacción, que con toda seguridad será de delicia y entusiasmo.
De los cuatro álbumes que les presento, dos son obra del mismo autor y
reflejan la simetría en que está dividida cada una de nuestras jornadas,
causada por los dos astros que prefiguran nuestro tiempo con dos círculos
análogos: el que describe la tierra rotando sobre sí misma y el que esta
realiza girando alrededor del sol. Como no podía ser de otra manera, se titulan
Buenos días uno y Buenas noches el otro, y su autora es la australiana y
recientemente fallecida Jan Ormerod.
Los otros dos álbumes tienen escenarios opuestos y protagonistas
opuestos también: uno es de ambiente urbano y trata sobre un niño cualquiera;
el otro se desarrolla en el bosque y está protagonizado por los animales que lo
habitan. Me refiero a Un día de nieve, escrito e ilustrado por Ezra Jack Keats
y a Un día feliz, de Ruth Krauss,
ilustrado por Marc Simon. Ambos libros fueron en su día premiados; el
primero con la medalla Caldecott del año 1963 y el segundo con una mención de
honor de ese mismo premio en el año 1950.
Buenos días (1981) y Buenas noches (1982), de Jan Ormerod.
![]() |
Portadas de ambos álbumes. |
Jan Ormerod poseía la rara capacidad de poder contar historias simples
a través de dibujos igual de simples, y todo ello prescindiendo absoluta y
totalmente de las palabras. Es el caso de los dos libros de los que voy a
hablar. Esta característica da a estas obras el impagable valor de conectar
fácilmente con los niños y concede a los padres la opción de que enriquezcan
aquello que es contado con sus propias palabras.
El tema de las dos historias es la vida familiar. Ormerod se fija en
un día como otro cualquiera en una familia como otra cualquiera. Buenos
días se ocupa del despertar y Buenas noches de la hora de acostarse,
sumergiéndonos la autora en la vida ordinaria de una niña de unos cuatro años
(inspirada al parecer en su hija mayor).
Jan Ormerod demuestra en estas obras una habilidad pasmosa para contar
historias con un número limitado de elementos y un conocimiento profundo del
comportamiento de los niños; madre de dos niñas, estas fueron siempre su gran
fuente de inspiración. Ella solía hablar de sus libros como «una celebración
de la hermosa experiencia de la paternidad».
![]() |
Ilustración a doble página de Buenos días. |
Las dos historias son breves delicias que esbozan, en unas pocas líneas
maestras, una etapa de la vida familiar que uno disfruta y añora siempre: la
que transcurre entre la lengua de trapo de los dos años y el despertar de la
razón de los seis o siete. Los trazos simples, los rasgos tenues, el plácido
tono de las acuarelas, acompañan sin desentonar el relato, a través del cual
somos guiados por una narrativa secuencial similar a la del cómic.
A pesar de su aparente simplicidad, se trata de textos de
considerable riqueza y profundidad; las variaciones cromáticas, la
multiplicidad de los puntos de vista, las secuencias que aparentan una sucesión
de fotogramas; todo ello encierra complejas
convenciones pictóricas y narrativas usadas de manera muy
inteligente.
El primero de los dos libros, Buenos días (1981), fue
galardonado con el prestigioso Premio Mother Goose en el año 1982 y dio
lugar a que ese mismo año saliera a la luz el segundo, Buenas noches
(1982).
![]() |
Dos ilustraciones de Buenas noches. |
Ambos están
publicados en español por Serres Ediciones en el año 2005 y mucho me temo
que haya que acudir al mercado de segunda mano para conseguirlos.
Solo puedo
decirles que mis hijas disfrutaron enormemente con ellos, recreando una y otra
vez sus rutinas y costumbres en las delicadas páginas apaisadas de
estos álbumes, lo que todavía hoy recuerdan con cariño.
Para niños de 4
a 6 años.
Un día Feliz
(1949). Ruth Krauss y Marc Simon.
![]() |
Portada del libro. |
La primavera
siempre está en camino, aunque no nos demos cuenta. La planta está germinando
bajo el mantillo; la rosa, encerrada en el capullo, custodiando su belleza; la
mariposa se guarda en su crisálida; los nidos, entre las ramas todavía
desnudas, guardan huevos de los que pronto surgirán vivaces polluelos; la
primavera llega, es una promesa de vida, de color y de exuberancia, que se
renueva cada año. Está ahí, aun cuando no la veamos, aun cuando la nieve cubra
el bosque...
En la
naturaleza nada es más deseado que la llegada de la primavera. Y el libro de
Krauss del que les hablo lo muestra de forma exquisita. Se titula Un día
feliz, y no puede tener más feliz título.
Está nevando.
En el bosque todos los animales duermen profundamente en sus refugios de
invierno. Pero de repente, despiertan. Se desperezan y abren sus ojos.
Olisquean y husmean inquietos. Y de pronto, comienzan a correr; corren y corren
por el bosque. ¿Qué van a encontrar llenos de alborozo? ¿Quizá la primavera?
Los dibujos de Simon, siguiendo el sendero trazado por Krauss, nos lo muestran
en una sucesión de láminas en blanco y negro muy hermosas.
![]() |
Dos ilustraciones del álbum. |
Ruth Krauss (de
la que ya he hablado en Tres pequeños libros para niños pequeños), conocía bien a
los críos y eso se nota; Marc Simon, por su parte, siempre encontraba el tono
adecuado para ilustrar cualquier historia. Ambos talentos se reúnen en este
libro para hacer pasar un rato delicioso a nuestros hijos.
Para niños de 4
a 6 años.
Un día de nieve (1962). Ezra Jack Keats.
![]() |
Portada del álbum. |
Todos, cuando
niños, hemos disfrutado de la nieve. Y probablemente recordemos el asombro que
nos produjo la primera vez que vimos caer copos de nieve. Pero nada de esto es
comparable a los días (escasos en mi caso y en el de mis hijas), en los que,
tras una copiosa nevada, amanece el mundo cubierto bajo el manto inmaculado de
la nieve.
El literato J.
B. Priestley escribió:
«La primera nevada a la que asistimos no es un suceso cualquiera, es un suceso mágico. Te vas a la cama en un tipo de mundo y te despiertas en otro tipo completamente diferente, y si esto no es encanto, ¿dónde se encuentra?»
«La primera nevada a la que asistimos no es un suceso cualquiera, es un suceso mágico. Te vas a la cama en un tipo de mundo y te despiertas en otro tipo completamente diferente, y si esto no es encanto, ¿dónde se encuentra?»
El álbum que les
presento recoge esta sensación y todas las emociones infantiles que acompañan a
esa primera experiencia. Y lo hace de forma magistral.
«Una mañana de invierno, Peter se despertó y miró a través de la ventana. Durante la noche había nevado. Hasta donde le alcanzaba la vista, la nieve lo cubría todo».
«Una mañana de invierno, Peter se despertó y miró a través de la ventana. Durante la noche había nevado. Hasta donde le alcanzaba la vista, la nieve lo cubría todo».
Así comienza la
historia. El autor, con maestría, transmite a través de los ojos de un niño (es
el primer álbum ilustrado de la historia protagonizado por un niño de raza
negra), la magia y la maravilla que representa la presencia del hermoso
manto de nieve que cubre completamente las calles. El joven Peter no hace otra
cosa que explorar, jugar y disfrutar. Mis hijas fantasearon muchas veces con la
historia, pues la vida no les ha dado hasta ahora demasiadas oportunidades de
gozar de una verdadera nevada. Sin duda gustará a sus hijos.
![]() |
Una de las dobles páginas del álbum. |
Jack Keats fue
pionero en el uso del collage con telas y papeles pintados para ilustrar libros
y este álbum es un ejemplo espléndido de su arte.
Ha sido publicado
por la editorial Lata de Sal en su colección Vintage. Para niños de 5 a 7 años.
Y termino con un
hermoso poema de una poetisa muy poco conocida, aunque sin duda por decisión
propia: Julia Abigail Fletcher Carney (1823-1908), que dedicó su vida, modesta
y discretamente, a la poesía y a los niños. De ella dejó dicho Carl Sandburg:
«Tiene un nicho pequeño y pintoresco en la historia de la literatura
estadounidense en el que se podría escribir una línea: “Amaba a los niños y
escribía poemas que esperaba que los niños amaran”». Tengo que advertir que es
una traducción algo libre.
Las pequeñas cosas
Julia Abigail Fletcher Carney
Pequeñas gotas de agua,
pequeños granos de arena,
dan lugar al poderoso océano
y a la placentera tierra.
Los pequeños momentos,
por humildes que sean,
conforman las poderosas edades
de la eternidad.
Por ello, los pequeños errores
conducen al alma lejos
de los caminos de la virtud,
muy lejos, extraviándola en el pecado.
Pequeñas obras de bondad,
pequeñas palabras de amor,
ayudan a hacer la Tierra feliz
¡Muy bello y muy profundo, Don Miguel! Además, leer estas perlas es un bálsamo cuando las sombras crecen en lo que parece el anochecer del mundo y las tinieblas amenazan todo lo bueno, noble y hermoso que hace del hombre un ser humano y lo aleja de la bestia.
ResponderEliminarDecía Gandalf a Galadriel: "Saruman cree que sólo un gran poder puede mantener el mal a raya, pero eso no es lo que he averiguado. He averiguado que son las pequeñas cosas cotidianas de la gente común las que mantienen la oscuridad acorralada... pequeños actos de bondad y amor".
Saludos
Muchas gracias por todo, Jordi. Y gracias por enriquecernos con la acertada cita de Tolkien -a quien conoce usted tan bien-. Viene como anillo al dedo.
ResponderEliminarUn abrazo.