¡MÁS IMAGINACIÓN, QUE ES LA GUERRA!


Éxtasis, óleo de Maxfield Parrish (1870-1966).



“A menos que los artistas puedan recordar lo que fue ser un niño pequeño, sólo estarán medio completos como artistas y como hombres.”
James Thurber

  “Muchas cosas son posibles con tal de que no se sepa que son imposibles.” 
Norton Juster

Las Alicias de Lewis Carroll crearon escuela dejando tras de sí numerosas trazas en forma de cuentos y novelas que, en formas más o menos afortunadas, se han sucedido desde que el literato y matemático de Oxford publicase sus dos obras maestras a finales del siglo XIX.  

Siguiendo esa estela, hoy voy a hablarles de dos libros que, imaginación en ristre, recogen esa tradición del nonsense de Carroll y con uso de una fantasía abstrusa e hilarante hacen un muy digno homenaje al maestro, no sin dejar de contener entre sus páginas mensajes y pistas nada desdeñables para los niños de hoy.

Me refiero a La maravillosa O de James Thurber (1957) y La cabina mágica de Norton Juster (1961), que con ingenio excelente y vigorosa invención juegan con los números y las palabras en una fábulas deliciosamente entretenidas.

La maravillosa O. James Thurber (1957).

Portada del libro, editado en España por Ático de libros.

Este breve historia, irónica y humorística como todas las de Thurber, ha sido definida como «un cuento de hadas para todas las edades sobre piratas que van a la guerra por una sola letra del alfabeto». Y realmente es así.

Dos piratas (Black y Littlejack) llegan a la isla de Ooroo en busca de un tesoro escondido. Uno de ellos tiene un odio irracional de la letra “o” por causa de un incidente ocurrido en su infancia, y al verse frustrado por no encontrar el referido tesoro, destierra de toda la isla el uso de dicha letra.

De esta forma comienza una hilarante, absurda y profunda aventura sobre las implicaciones de la palabra para los hombres. Después, como no, los habitantes nativos del lugar se rebelan contra los piratas y sus absurdas imposiciones gramaticales de imprevisibles consecuencias, los abogados y los jueces discuten sobre la semántica y la isla se sume en un profundo caos causado por los efectos en la vida cotidiana del destierro de la letra “o”. La heroína, Andrea, y sus amigos, sostienen que hay cuatro palabras que contienen la letra proscrita sobre las que no se puede transigir: el valor, el amor, la esperanza y la libertad (courage, love, hope y freedom), y con estas cuatro palabras en sus corazones y con la ayuda de los héroes literarios de ficción con una “o” en su nombre, tales como Lancelot, Ivanhoe, Robinson Crusoe, Robin Hood, los malhumorados Doones de Lorna Doone, Davy Crockett, Daniel Boone o Sherlock Holmes, combaten a los tiranos piratas y los vencen, expulsándolos de la isla.

Dos de las magníficas ilustraciones de Marc Simont (1915-2013).

De forma traviesa, James Thurber construye con esta historia una lección moral a partir de del principio de que la palabra y el lenguaje dan cuenta del mundo y en cierto modo lo hacen posible. Libro divertido, inteligente e ingenioso, lleno de juegos de palabras e ideal para leer en voz alta con los niños. Con razón se ha dicho de él que, «como todas las buenas fábulas, está narrada en un lenguaje sencillo que maravilla a los niños». 

De 12 años en adelante.

La cabina mágica. Norton Juster (1961).

Portada del libro, editado por Anaya.

Esta ingeniosa fantasía se centra en torno a Milo, un aburrido niño de diez años de edad que, de forma misteriosa, recibe en su casa un paquete que contiene una cabina de peaje y un pequeño automóvil para atravesarla, lo que le conducirá a un mundo mágico, La Tierra del Más Allá, donde se encuentra el reino de Diccionópolis. Una vez en él, Milo conduce su diminuto auto en un viaje memorable, acompañado de un Cronocán  llamado Toc, un curioso animal mitad perro y mitad reloj, cuya tarea en ese lugar es ocuparse de que nadie pierda el tiempo. En este viaje el niño protagonista conocerá a dos personajes que le ayudarán en sus aventuras (la Ortoabeja, un insecto que es capaz de deletrear cualquier palabra y el Embaucador, un escarabajo elegantemente vestido con abrigo y bombín), descubrirá la magia de las palabras y los números y tratará de cumplir la misión “imposible” de salvar a la princesa Dulce Rima y la princesa Razón Pura –encerradas en el castillo del Aire–. Con la ayuda de sus extraños compañeros de viaje, Milo completa su empresa, rescatando a las princesas y devolviendo la armonía al reino.

Mapa de la Tierra del Más Allá y el reino de Dicionópolis.

Uno de los encantos del libro consiste en tomar multitud de conceptos abstractos (razón, ignorancia, sabiduría, pereza) y darles una pátina de concreción, encarnándolos en personajes o situándolos en lugares que van apareciendo a través de la historia (La Murria –un lugar dónde parece reinar el «demonio del mediodía»–, El Mercado de las Palabras, el Mar del Conocimiento, las Montañas de la Ignorancia o las Colinas de la Confusión, los Letargones, el Gigante Gelatinoso, el Terrible Trivial, Cronocán como perro guardián de que nadie pierda el tiempo, etc.), lo que sirve al autor para hacer una sutil apología del valor de la cultura y el saber, frente a la ignorancia, la apatía o la vagancia.

Desde luego, incluso sin esa lectura aleccionadora (que ciertamente forma parte de la historia) el libro es divertido y entretenido, aunque visto así y dado que una de sus lecciones parece ser el advertir de los peligros de perder el tiempo, su lectura meramente lúdica termina siendo el mejor argumento en contra de sí mismo.

Dos de las lustraciones del libro realizadas por Jules Feiffer (1929-).

Lleno de juegos de palabras, rompecabezas de matemáticas, sátira social e ironía, es un libro de varios niveles al que muchos lectores han vuelto a en diferentes etapas de la vida en búsqueda de algo nuevo. Hay hallazgos memorables que no se olvidan y que, además, son muy representativos de nuestro tiempo, como el Gigante Gelatinoso, el tibio que siempre se escuda en expresiones ambivalentes como «bueno, más o menos, así es, pero podríamos decir que, en comparación, no. Quiero decir que vaya, que relativamente tal vez, o en otras palabras, que apenas muchísimo» o el Terrible Trivial, «demonio de tareas insignificantes y trabajos inservibles, ogro del esfuerzo derrochado y monstruo del hábito», quien sostiene que «si sólo haces las cosas fáciles e inútiles, nunca tendrás que preocuparte por las importantes, tan difíciles. Sencillamente, no tendrás tiempo».

La historia está convenientemente ilustrada con unos expresivos dibujos en blanco y negro de Jules Feiffer, uno de los más populares humoristas norteamericanos de prensa escrita y en el año 1970 fue trasladada al cine en una película de animación por Chuck Jones.

De 12 años en adelante.

Todos aquellos niños que hayan seguido con delicia y entusiasmo a Alicia por la madriguera del conejo o a través de su espejo, disfrutará de las aventuras contenidas en estos dos libros, sus descendientes literarios en ese “País de las Maravillas” que constituye el mundo de la fantasía y la imaginación infantil.


Comentarios

  1. Maravilloso post!! Ha sembrado el anhelo de leer esos libros. Gracias, Don Miguel!!

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  2. Estimado Don Miguel, me encantaría contactarme con usted, le dejo mi correo francisco_abud@hotmail.com, para que si tiene tiempo me pase el suyo, muchas gracias!

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    1. Francisco, puede usted contactar conmigo en la siguiente dirección de correo electrónico:
      delibrospadresehijos@gmail.com

      Un saludo cordial.

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