“Ve a las tristes que dejaron la aguja / la lanzadera y el huso, y se hicieron adivinas; / hicieron hechizos con hierbas y figuras”.
Dante. Divina Comedia. Canto XX. 121-123
“Los Elfos y Gandalf utilizan su magia moderadamente (...) nunca engañan (...) porque la diferencia es para ellos tan clara como lo es para nosotros la diferencia entre la ficción, la pintura o la escultura y la «vida»”.
J. R. R. Tolkien. Cartas
“El hecho de que un mago no utilice la magia negra no quiere decir que no pueda emplearla”.
J. K. Rowling. Harry Potter y la Cámara Secreta
Cuando un escritor de libros infantiles y juveniles se enfrenta con la magia tiene de entrada, simplificando mucho, dos opciones: 1ª) presentarla como un don de algunos elegidos, concedido graciosamente por una divinidad que es quien ostenta ese poder sobrenatural, o 2ª) mostrarla como una técnica, un saber oculto, en el que cualquiera puede ser iniciado. En el primer caso, el elegido nada puede hacer por sí solo; es únicamente un instrumento de la divinidad, que es en quien reside el poder. En el otro, el hombre es dueño de la magia, es por sí mismo poseedor de un secreto poder sobre la naturaleza y sus leyes que lo hace cuasidivino (aunque realmente el calificativo sea demoníaco).
Un segundo nivel que hay que abordar es el lugar que la magia ocupe en el relato. Pueden darse, con igual simplificación, dos casos: 1º) el mago es un personaje marginal de la trama y/o la propia magia es algo testimonial e irrelevante en la historia, o 2º) el mago y su magia son protagonistas y parte fundamental del argumento y desenlace de la historia.
Un tercer escalón que debería afrontar nuestro literato sería la valoración que se hace de la magia en la historia. Pueden darse igualmente dos casos: 1º) o se la califica como algo oscuro y peligroso de lo que alejarse, 2º) o se presenta como algo positivo y de nulo riesgo.
Un último escalón sería la cuestión de a quién es atribuido en el relato ese saber oculto y mágico, ya sea a personajes no humanos o a hombres.
Las cuatro primeras opciones parecerían corresponder a la postura prudente propia de un escritor cristiano fiel a sus convicciones y a su fe, aunque se trate de una postura delicada, compleja y no exenta de cierto riesgo. Las segundas opciones no serían acordes con esta fe.
Y dicho esto, seguro que les han venido a la mente al menos tres muy conocidas historias para niños y jóvenes en las que encontramos elementos de magia: Las crónicas de Narnia, El Señor de los Anillos y Harry Potter.
La pregunta que surge inmediatamente podría ser: ¿por qué en los círculos cristianos se aceptan sin problemas las historias de Lewis y Tolkien y hay reparos para las de Harry Potter?
En primer lugar, tanto en la serie de Narnia como en la del Anillo, la magia es tratada como un elemento ocasional y marginal y, generalmente, no humano.
Así, hablando de su opus magnum, El Señor de los Anillos, Tolkien confesó en una de su cartas: “No he empleado la «magia» coherentemente”. De hecho, Gandalf (quien es un Istari, es decir, un ser angélico enviado por la divinidad para, mediante consejos e instrucción, despertar los corazones y las mentes de aquellos amenazados por Sauron a una resistencia con sus propias fuerzas) rara vez hace uso de poderes sobrenaturales y se menciona que los elfos puede hacer cosas extraordinarias, pero que no son propiamente magia (Tolkien dijo al respecto que lo que los elfos hacen “es Arte, despojado de muchas de sus limitaciones humanas” porque “su objetivo es el Arte, no el Poder; la subcreación, no el dominio y la reforma tiránica de la Creación”), y aunque los seres humanos poseen en ocasiones armas u objetos mágicos, siempre son hechas por los no-humanos (dice Tolkien: “la utilización de la «magia» en esta historia muestra que no se tiene acceso a ella por conocimiento folklórico o hechizos, sino que es un poder inherente no poseído o accesible a los hombres en cuanto tales.”). Por último, el uso de la magia con frecuencia conduce al mal (véase el caso del Anillo).
Por su parte, en Las crónicas de Narnia, es verdad que la bruja Blanca hace magia y que Coriakin, enLa travesía del viajero del alba, tiene un enorme libro de hechizos. Pero también lo es que se trata de aspectos puntuales en una obra de mucha extensión y que los únicos seres humanos que usan la magia son Lucy y el tío Andrew, y la primera es amonestada por Alsan por su uso y el segundo ––que sólo es un torpe aprendiz–– trae el mal a Narnia usando anillos mágicos.
Por lo tanto, de ambas obras se desprende una doble lección: los hombres no deben usar la magia para lograr sus objetivos y su uso trae consigo malas consecuencias.
En contraste con las dos obras anteriores, en la serie de Harry Potter, la magia es la esencia de las historias, el paisaje y la sustancia en la cual se mueven y desenvuelven los protagonistas, que o son magos o estudian para serlo. Aquí lo mágico lo tiñe todo y es usado por seres humanos.
En segundo lugar, en las obras de Lewis y Tolkien la magia es un don concedido por la divinidad a algunos elegidos, a diferencia de la saga Potter donde aquella, si bien se basa en unos atributos aparentemente transmitidos por herencia ––aunque sin un origen claro––, se presenta también como una técnica que se puede aprender y cuyo dominio depende de la voluntad del hombre. Su aprendizaje en una academia llamada Hogwarts es el hilo conductor de todas las tramas.
Pero la diferencia más poderosa es que en Narnia y en La Tierra Media se nos presenta un mundo distante y distinto al nuestro, claramente fantástico e irreal, lo que no ocurre en Harry Potter, donde las historias tratan sobre niños de la misma edad que los niños lectores, que viven en su mismo mundo real, en su misma época y en un país real, Gran Bretaña. Esto último podría causar en algunos chicos dificultades para separar la fantasía de la realidad. Por ende, el riesgo de que sucumban al poder de sugestión ínsito en tales obras y en toda la parafernalia que les rodea debe ser tomado en consideración, porque ciertos chicos pueden sentir que, al igual que los protagonistas, también ellos podrían acceder a ese poder (que deja de ser tan fantástico y adquiere tonos más realistas) o aprovecharse de él.
En suma, creo que a diferencia de los relatos de Tolkien y Lewis, en las historias de Rowling hay, a un tiempo, una clara banalización y una intensa popularización de la magia, que de ser tradicionalmente considerada como una actividad oculta y marginal, pasa a ser materia de consumo de masas, atractiva y aparentemente accesible, provocando una curiosidad y apetencia que, para algunos chicos, podría derivar en un interés malsano en lo oculto.
Por tanto, elijan bien, teniendo en cuenta el contenido del libro y la edad, madurez y formación de sus hijos, y aún después de elegir, vigilen con atención las lecturas y acompañen a sus hijos en ellas con la información y explicaciones que consideren necesarias sobre el asunto (Catecismo de la Iglesia Católica nº 2115-2117).
el otro día escuché una conferencia sobre "Las hijas de Lilith" que trata sobe el colectivo feminista que se autonombra así, en alusión al demonio Lilith. Este demonio sería la primera Eva que se rebela contra Dios y se une al diablo. "Casualmente" la autora de Harry Potter le llama Lily Evans a la madre del protagonista. Saludos.
ResponderEliminarPerdón, pero Lily es un nombre de pila bastante común en inglés (en español sería Lila o Lilia, del que también viene Liliana), derivado de lo flor Lily (llium; lirio en inglés), que en la iconografía cristiana representa a la Pureza y, por analogía, a Nuestra Señora. No hace falta buscar conspiraciones satánicas.
Eliminarpor supuesto que sé que Lily puede venir de Liliana. Pero sabiendo que la autora es J.K.Rowling no sería extraño que lo usara en otro sentido. No es buscar conspiraciones satánicas es simple deducción.De hecho en la literatura gauchesca argentina se encuentra este diablo con el nombre de "Lilí".https://prensamarplatense.blogspot.com/2008/05/miseria-un-cuento-de-ricardo.html
EliminarSi uno quiere buscar conspiraciones en cualquier obra literaria, lo va a hacer. ¡Hasta en un católico tradicional como Tolkien (como se puede ver en el mensaje de abajo)!
EliminarPero Lily Evans es un nombre tan común en inglés como llamar a alguien Juan Pérez.
por qué una bruja tendría un nombre común. Eso es ridículo. No menosprecie al enemigo.
EliminarEs una obra literaria. No hay que ser literal. Al menos en sus primeros libros, se trata de un recurso literario.
Eliminar¿ Por qué el sapo de una fábula se llama Enrique, un nombre común?
Disculpen si me entremeto en la discusión, pero quisiera decir algo sobre el comentario de Kurz según el cual "en el comentario de abajo" se estaría buscando una "conspiración" en la obra de Tolkien.
EliminarSin expresar valoración alguna sobre los artículos del P. Fuentes (que traje a cuento porque creo vale la pena sopesar sus objeciones), quede claro que éste advierte que no juzga las intenciones de Tolkien, antes bien las presume buenas teniendo en cuenta su práctica piadosa; lo que analiza es el EFECTO que la lectura de Tolkien puede causar en los lectores católicos, A PESAR de las intenciones de Tolkien. Ergo, difícilmente se trate de "conspiranoia". Copio unos párrafos pertinentes.
"La obra literaria de J.R.R.Tolkien, quien era un convencido católico, es uno de los mayores logros de las Letras inglesas de este siglo y un ápice del ingenio humano.
"Pero quiero restringirme al "problema" que se ha perfilado en los últimos anos en torno a esta obra (1). Prescindo deliberadamente de las intenciones del autor que, en última instancia, sólo conoce Dios, y me inclino a juzgar benignamente. Lo que llamo "el problema" es el efecto que su lectura causa en ciertos ambientes "pro-tolkienianos", no sólo "New Age" sino "católicos" (2)."
"Vuelvo a indicar un presupuesto: no condeno a Tolkien ni lo defiendo; respecto de el y de su intento literario no quiero elaborar ningún juicio por el momento. Voy, pues, a su efecto sobre la psicología del lector católico que se obsesiona con su lectura."
"Repito una vez mas: a Tolkien tal vez ni se le haya cruzado por la cabeza... pero ¿se podrá decir lo mismo de todos sus lectores?."
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En suma, para decirlo al modo popular argentino -y si se disculpa la humorada-: "estudio crítico mata conspiración".
Perdón pero no voy a entrar en ese debate. Al P. Fuentes ya la han respondido autoridades en la materia, en artículos y libros, sacerdotes y seglares, teólogos y literatos. El tema está agotado.
EliminarTanto en The Death como en The Restoration of Christian Culture, John Senior habla bastante de la magia. En The Death no lo hace unívocamente, sino muchas veces en referencia a los cultos orientalistas. En The Restoration dice (genial definición): Superstition, “standing over,” as I started out to say, is the precise opposite of“understanding.” And for large numbers of Catholics today, not only thetheology of St. Thomas, but the Faith itself has become a superstition. We give assent without belief, because belief supposes some degree of understanding.Faith, like science, without intelligence is magic. [...] Sacrament, as weknow, is a sign which effects what it signifies by the direct agency of God.Magic, the exact reverse, is the unlawful manipulation of signs in the absence oftheir cause; in magic there is no cause at all, but an illusion, which doesn’t meanthere are no effects due to other causes: the wizards of the Pharaoh matchedalmost all the miracles of Moses.
ResponderEliminar"La pregunta que surge inmediatamente podría ser: ¿por qué en los círculos cristianos se aceptan sin problemas las historias de Lewis y Tolkien y hay reparos para las de Harry Potter?."
ResponderEliminarBueno, si bien no específicamente respecto del tema de la magia, sí hubo algún cuestionamiento desde el catolicismo en Argentina, hace unos años: copio un párrafo del polémico artículo del P. Miguel Fuentes "Leer a Tolkien. ¿Es inocente su lectura en una sociedad gnóstica?":
"4. ¿Apoyo u obstáculo?
¿Por qué resulta tan "cautivante" para la mente del cristiano actual un genero como este? ¿De dónde esa "necesidad" del "mito"? ¿No es el cristianismo "de suyo" una religión de misterios? Creo que en muchos puede provenir de (o por lo menos conducir a) un "desencanto" del misterio verdadero, un desencanto de lo propiamente sagrado. En los primeros siglos ayudarse a comprender el misterio de la Encarnación y la Redención apoyandose en los "misterios de Mitra" fue una de las tentaciones gnósticas: primero Mitra fue un "apoyo", luego fue un sustituto de Cristo.
5. Una vía inversa
Veo también en el uso extralimitado que se hace de esta literatura el peligro de "embotar" el entendimiento de frente al misterio divino, y un entendimiento embotado es lo que la Escritura llama un "necio" (Sal 92,7; Prov 10,21). Es lo contrario de la purificación de la inteligencia que los místicos cristianos han enseñado como única vía de acceso al conocimiento divino. Es, entonces, una anti-mistica. (...)"
https://mercaba.org/FICHAS/VARIOS/leer_a_tolkien.htm
Y en uno complementario y aclaratorio:
"2. Cuentos de hadas sí, cuentos de hadas no
No estoy en contra de la fantasía, sino de algún tipo de fantasía: de la fantasía de evasión.
A principios de siglo Chesterton escribió un trabajo imperecedero en defensa de los cuentos de hadas[8]. Sostengo, sin embargo, que lo que Chesterton defendía allí era algo totalmente diverso de lo que caracteriza a Tolkien.
La relación con el mundo real que guarda el mundo literario puede ser doble: de negación o de simbolismo. De negación o de equívoco es el vínculo que crea la literatura que critico, al menos en el modo en que hoy es leída e interpretada. Ya lo he dicho: como evasión. En este orden de cosas me parece se debe colocar a Tolkien porque crea un mundo alternativo (donde uno puede refugiarse y huir de éste que no es tan romántico como aquél)."
https://mercaba.org/FICHAS/VARIOS/tolkien_aclaraciones.htm
Muy de acuerdo con la diferencia que expone en el texto, Don Miguel. Al decir del propio Gandalf (Las dos Torres): "Los artilugios creados por un arte superior al que nosotros poseemos son siempre peligrosos". Efectivamente, la facultad de realizar prodigios no es propia del ser humano, siempre es prestada por el Dueño de las fuerzas que modelan la naturaleza y lo que está más allá de la misma. Sólo Dios puede, si quiere, facultar a un ser humano para que obre más allá de sus límites naturales. Lo contrario, me parece, no es más que una consecuencia del non serviam; de aquel "no te serviré porque soy como tú", un "tú" que la serpiente propondrá, siempre, en minúscula. Potter, y la fascinación que ha despertado en las mentes juveniles y no tanto, se explica desde la emancipación de Dios; desde esa idea según la cual somos chispas divinas y por lo tanto dioses. El non serviam original, padre del ocultismo, de la mentira. De hecho, y disculpe la digresión, tal parece que los acólitos creciditos del potterismo, en lugar de Hogwarts, hayan cursado sus años de formación en la escuela de Frankfurt.
ResponderEliminarA nuestros hijos, si es que leen esos libros, hay que explicarles detenidamente las diferencias, que son sutiles, profundas y muy siniestras.
Un saludo, Don Miguel.
Muchas gracias Jordi por sus jugosas contribuciones.
EliminarUn saludo.
Buenos días señor Miguel, como por accidente he venido a dar con su blog y me ha gustado bastante. Un saludo desde Colombia.
ResponderEliminarMuchas gracias desde España.
EliminarUn saludo.
Don Miguel, entiendo sus reservas acerca de los libros de Rowling, pero lo insto a que considere las opiniones de este fraile dominico sobre el tema: https://www.youtube.com/watch?v=OrX_qrm9XYA&list=PL808F8C2C74AFC34F
ResponderEliminarTomo nota para echarles un vistazo (veo que son varios vídeos).
EliminarEn todo caso, gracias por su interés y una puntualizacion: yo lo que predico es un poco más de prudencia y atención en estos temas.
Un saludo.
Gracias, Anónimo. Al menos los dos primeros videos son muy esclarecedores. En el 1º explica el dominico por qué en Harry Potter la magia no tiene el mismo sentido que en la Biblia o el Catecismo (resumiendo mucho, está en su misma naturaleza). En el 2º también explica por qué, aún así, la lectura de de H. Potter puede no ser conveniente para algunos (resumiendo mucho, por lo mismo que a algunos niños no conviene regalarles una Vitorinox).
EliminarEs inadmisible leer y, mucho peor, recomendar los libros de Harry Potter. En primer lugar, al conocer qué tipo de persona anticatólica es su autora... En segundo lugar, al mostrar la magia como algo "normal" e incluso "buena"; muchos niños (lo sé por experiencia) no tienen ningún reparo en repetir las mismas palabras de los hechizos... Y no sólo eso, sino que van a internet a buscar libros de brujas y otros encantamientos para leerlos y repetirlos en voz alta. Es totalmente PECAMINOSO y GRAVE. No confundan literatura con brujería. Gracias a Dios, varios Sacerdotes y la Moral Católica de verdad se han referido a estos temas desde hace muchísimo tiempo...
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