«Viento del mar». De Andrew Wyeth (1917-2009). |
«Ya es hora de que finalmente pienses en tu propio hogar, si realmente es tu destino regresar con vida y llegar a tu bien construida casa y a tu tierra natal».
Homero. La Odisea
«Para este fin se dio al Hombre el más peligroso de los bienes: el lenguaje, para que dé testimonio de lo que él es».
Friedrich Hölderlin
Siempre termino hablándoles de poesía. De forma recurrente, cada cierto tiempo, aflora a través de mi pluma un ansia poética. Lo cual es extraño, pues no soy poeta. Solo soy un torpe aprendiz de amante y de cantor, aunque quizás eso baste. Al menos parecía bastarle a san Agustín, que decía aquello de que el canto es lo que hace el amante, el amante que contempla una cosa bella. ¿Y qué es la poesía verdadera sino música y belleza? Por ello, el recibir unos magníficos versos de un amigo poeta (José A. Ferrari) me ha motivado a hablarles de nuevo de poesía; un bello poema que trata de todo aquello de lo que les hablo en este blog, y que por cierto, comparto con ustedes al final de esta entrada.
Sin embargo, hoy muchos se preguntarán para qué, ¿para qué deberían los jóvenes leer o escuchar poesía? ¿Podría quizá ayudarles a ser unos más exitosos ejecutivos o poderosos empresarios? ¿Les podrá convertir en unos competentes y prestigiosos profesionales, sea o lo que sea esa profesión? ¿De qué puede servirle la poesía a un prematuramente envejecido, neurótico y sufriente joven de hoy, que trata de trepar por la resbaladiza y equívoca pendiente de la ambición política o empresarial? Aunque, pensado en términos modernos, tampoco parece que unos versos, por muy hermosos y auténticos que sean, pudieran servir de mucho al aprendiz de carpintero, panadero o granjero. ¿No? ¿No es, por tanto, evidente su inutilidad?
Yo no estaría tan seguro. De hecho, mi convicción es la contraria. Ya que, aunque no lo sepamos, aun a pesar de que ni siquiera lo sospechemos, precisamos de su ayuda, por muy poca y deficiente que sea, en esa nuestra misión de encontrar el camino de vuelta a casa. Porque la poesía es hermosa, y eso es ya una bendición. Pero es que, además, nos aporta conocimiento de lo que es verdadero, sin que deba importarnos que a los ojos del mundo se trate de un conocimiento inútil, tan inútil como pueda parecerlo un hermoso amanecer o la primera sonrisa de un recién nacido.
Y como quiero ayudar en lo que pueda a su difusión, a su propagación, a su contagio, no solo comparto con ustedes esos inspirados versos de mi amigo el poeta, sino que les convoco a visitar un nuevo blog que he construido bajo los principios que inspiran este y que he bautizado como La memoria poética. Un lugar donde, entre hermosos versos y bellas imágenes, acumularé algunos de mis poemas favoritos, aquellos que ya he compartido con mis hijas y que deseo compartir con ustedes y con sus hijos. Espero que sea de su agrado.
De libros e hijos
-Un envío a los padres-
A don Miguel Sanmartin Fenollera
El niño es un libro por dentro
y el libro por fuera es infancia,
no rompas los cueros que aúnan
los odres nuevos de la Gracia.
Un libro renueva la vista
que debes poner en tus hijos;
y el niño recrea una historia
leída, quizás, en tus libros.
Por libros no dejes un tiempo
dorado que luego no vuelve;
saber admirar la inocencia
es otra virtud que se aprende.
Tampoco abandones lecturas
jugando al azar tu rutina,
las horas se escurren al mando
de nuestra zozobra y fatiga.
Un lazo invisible entrelaza
la literatura y la vida;
hay niños venciendo dragones
y alcobas con hadas madrinas.
Contempla una página antigua
y luego unas manos pequeñas…
verás que las dos realidades
descifran un cielo de estrellas.
2/III/2022
José A. Ferrari
¡Excelente poema!
ResponderEliminarUna vez más lo hizo a la perfección mi amigo José. Gracias Miguel por compartirlo
ResponderEliminarMuchas gracias Miguel por compartir con nosotros, padres, estas hermosas y profundas reflexiones, textos y poemas. Que Dios lo bendiga.
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