EL RETRATO DE DORIAN GRAY

«El retrato de Dorian Gray». Autor desconocido.




«Hoy en día la gente sabe el precio de todo y el valor de nada».

Oscar Wilde. El retrato de Dorian Gray




Imaginen a un joven, elegante y apuesto caballero a quien un amigo pintor realiza un magnifico retrato. Acabada la obra, el joven observa el lienzo y a continuación, pide un terrible deseo: que el retrato envejezca, en tanto él permanece joven para siempre. Pero, ¿qué pasa con el retrato que nadie ve? ¿Y qué ocurre con el joven caballero a la vista de todos? Este curioso planteamiento es la trama de la novela de la que quiero hablarles: El retrato de Dorian Gray, escrita en 1890 por el poeta, dramaturgo y novelista de origen irlandés, Oscar Wilde. 

La novela explora un tema clásico: el tema fáustico, abordado en las grandes obras de Christopher Marlow y W. A. Goethe. El tema del hombre rebelde frente al vasallo, del aprendiz de brujo que busca descubrir los misterios del mundo, casi siempre movido por el orgullo y por el deseo desordenado de poder, belleza, sexo o dinero. Este tema del plus ultra aparece también en obras posteriores a las de Goethe y Marlow, como el Frankenstein de Mary Shelley, el Dr. Jekyll y Mr. Hyde de R. L. Stevenson, el William Wilson de E. A. Poe, y en la novela de Wilde que nos ocupa. 

La obra puede verse exclusivamente como un mero ejercicio de literatura fantástica. Por ejemplo, H. P. Lovecraft, en su conocido ensayo, El terror en la literatura, nos dice:

«Oscar Wilde se le puede conceder un lugar entre los escritores sobrenaturales por algunas de sus exquisitas historias fantásticas, y por su intensa novela “El retrato de Dorian Gray”, en la cual un retrato mágico asume durante años el deber de envejecer y ajarse en lugar del original, quien entretanto se entrega a todo exceso de vicios y delitos sin la pérdida aparente de la juventud, belleza y frescura. Hay un súbito y potente clímax cuando Dorian Gray, finalmente convertido en asesino, trata de destruir el cuadro cuyas transformaciones atestiguan su degeneración moral. Él lo apuñala con un cuchillo, y se oyen un espantoso grito y un crujido, pero cuando los sirvientes entran, lo encuentran en un delicioso estado inmaculado. «Tendido sobre el suelo había un hombre muerto, en traje de etiqueta, con un cuchillo en el corazón. Estaba ajado, lleno de arrugas, y su cara era repugnante. Hasta que no examinaron sus anillos no reconocieron quién era».

En esta, su única novela, el fino e ingenioso Oscar Wilde puso al día ese mito de Fausto. Como dejó dicho Borges, «a diferencia de otros escritores que tratan de parecer profundos, Wilde, como Heine, esencialmente lo era y trataba de parecer frívolo». Este es el caso de la novela que nos ocupa, donde la víctima del trato demoníaco es Dorian Gray, un bello y presuntuoso joven a quien un amigo hace un retrato al óleo. Cuando Dorian trabe amistad con lord Henry Wotton, un cínico diletante con una filosofía diluyente, este le convencerá de que sus más valiosas posesiones son su belleza y su juventud. Y, a partir de ahí, su deseo de que su retrato envejezca mientras él permanece joven se hace realidad. Pero ¿a qué precio? Estamos, simple y llanamente, ante uno de los libros más bellos e ingeniosos que se hayan escrito. Luis Antonio de Villena dijo de él:

«Un libro lleno de fascinación y encanto, fácil y difícil a la vez, y cuyo único protagonista y tema esencial es la belleza. Una de las pasiones que hacen vivir y dan sentido y fuerza al mundo.»

Pero esta historia es bastante más que un estudio sobre la belleza y sus implicaciones, bastante más. Aun así, Wilde no llega al fondo del asunto. 

Según Ralph MacInnery, junto con el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Robert Louis Stevenson, El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, es un cuento moral, casi una parábola, tratando ambos de diferentes maneras la relación entre volverse malvado y envejecer. De hecho, y tal y como comenta Joseph Pearce, «el aforismo más citado de "El retrato de Dorian Gray", de Wilde, es probablemente la afirmación de que “no existe un libro moral o inmoral. Los libros están bien escritos o mal escritos. Eso es todo”. Es, por tanto, irónico que la primera y única novela de Wilde fuera en sí misma una viva contradicción de la máxima. Fue condenada como un libro inmoral cuando en realidad su único propósito era explícita e inequívocamente moral».

No obstante, la crítica de la época la tachó casi unánimemente de inmoral, lo que trajo consigo el ostracismo social para Wilde y su familia. De esta manera Wilde no solo sufrió socialmente, sino que también se vio incomprendido en su intención; en una carta a un amigo escribió lo siguiente sobre su obra:

«Ha sido atacada por motivos ridículos, pero creo que al final será reconocida como una verdadera obra de arte con una fuerte lección ética inherente en ella». 

Y en otra carta dirigida a Conan Doyle (que consideró tratamiento del tema sutil y artístico), volvió sobre el asunto:

«No entiendo cómo califican Dorian Gray de inmoral. La dificultad contra la que luché fue mantener la moral inherente subordinada al efecto artístico y dramático, y aun así me parece que la moral es muy obvia».

Como ante les dije, la calificación de inmoral con que la atacó la crítica fue casi unánime, pues, lo cierto es que su obra fue elogiada por varias publicaciones cristianas de ambos lados del Atlántico; algunas la calificaron de parábola ética, y otras de obra de gran importancia espiritual.

Ahora bien, aun tocando el horror del pecado y de la conciencia manchada, sin embargo, no profundiza en él; no llega a sus últimas consecuencias, se queda en su aspecto material, y solo esboza ligeramente su trascendencia espiritual y eterna. Pero este, el tema de su Dorian Gray, vuelve a él en el final de su vida como una culminación. En forma de una respuesta. Wilde deja su preciosista retórica, y se abalanza sobre un poema; lo vital lo abruma, y con ello nos abruma también a nosotros, sus lectores. El pecado puede ser redimido. El hombre puede ser liberado de sus faltas. Ello solo logrará hacerlo Wilde en su ultima hora: cuando no solo se asome al abismo que, con distancia estética pergeña en Dorian, sino que se sumerja todo él en el infierno; en el infierno en vida. Quería «conocer el lado oscuro del jardín», como le comentó a André Gide, y a fe que lo conoció. Pero finamente es salvado. Cristo acude y salva. James Joyce, comentando la novela, y refiriéndose al propio Wilde, parafrasea un verso de Yeats:

«Y en mi miseria se me reveló que el hombre sólo puede llegar a ese Corazón a través del sentido de separación de Él que llamamos pecado».

Solo así puede Wilde escribir esa proeza poética que es La Balada de la Cárcel de Reading –quizá su obra maestra–, solo así puede lograrlo, pues, como dice el padre Leonardo Castellani, «el poeta triunfa de su horror tomando la mano de Cristo; de otro modo no hubiese podido describirlo sino solamente sufrirlo, o sea sucumbir a él. Solamente con el dolor "superado" es posible hacer poesía».

El retrato de Dorian Gray es una gran novela. Una novela magníficamente escrita –como era de esperar dado su autor–, y, a un tiempo, llena de grandes lecciones sobre la condición humana, y por todo ello de muy recomendable lectura.


Comentarios

  1. Esta obra es magnífica para mostrar una paradoja ética, antropológica pero sobre todo metafísica de que quien quiere todo, quitándole los límites naturales a las cosas que las constituyen en su verdad y su bien, termina no queriendo nada. Porque para quererlo todo, nada tiene que ser finito. Monismo y nihilismo se reclaman mutuamente.

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  2. Creo que esta novela de Wilde habla también sobre el narcicismo, y viene bien a nuestros tiempos, donde es una verdadera pandemia, y es el aspecto psicológico del fariseísmo que Castellani y otros tanto denunciaron.

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