MUJERCITAS

Las cuatro hermanas March, por Jessie Willcox Smith (1863-1935).



“No tengo miedo de tormentas porque estoy aprendiendo a guiar mi barco”.

Louisa May Alcott, Mujercitas




Mujercitas, la historia de las cuatro hermanas March –Meg, Amy, Jo y Beth–, es uno de los pilares basales de una infancia literaria. Lo fue de la de mis cuatro hermanas, pero reconozco con Chesterton (al que volveré) que es el tipo de libro que hace que un chico vacile y se detenga; así me pasó a mí en su día, aunque he de decir que luego volví (cuando lo leyeron mis hijas) y eso hizo que viera el libro de otra manera. Y a fe que fue una fortuna para mí, porque realmente me gustó.

No es que yo como padre me aproxime al famoso progenitor de la autora, el reformador educativo y miembro fundador de los trascendentalistas, Amos Bronson Alcott, ni que la educación que él dio Louis May Alcott y a sus tres hermanas (mezcla de frugalidad, autocontrol y libertad creativa) se parezca a la que mi mujer y yo damos nuestras hijas. No, qué va. Tampoco ellas están inmersas en una atmósfera de alta cultura y en contacto con grandes hombres, como lo estuvo Louise May Alcott, que tuvo presente en su infancia a Emerson y a su biblioteca, como mentor y laboratorio de experimentación literaria respectivamente; que paseaba por los bosques de Concord a la vera de Henry David Thoreau, quien tocaba para ella la flauta, o que gozaba de la compañía de Nathaniel Hawthorne y de sus cuentos y relatos. 

De hecho, Mujercitas no refleja exactamente cómo fue la infancia y juventud de Alcott (para ver algo de la filosofía educativa que recibieron ella y sus hermanas hay que acudir a la lectura de Hombrecitos, donde Jo March pone en marcha una escuela en la que se plasma alguno de los ideales educativos del padre de la novelista). Hay mucha más sencillez, mucha más normalidad, y quizá ello ayude al gran impacto que causa la lectura de esta novela. No obstante, es cierto que la historia tiene claros tintes autobiográficos, como ocurre con los personajes de las cuatro hermanas March, que encajan como un guante en las cuatro hermanas Alcott, o las similitudes entre el carácter e incluso los trabajos que llega desempeñar Josephine March y la propia vida de Louis May Alcott, que al igual que la protagonista trabajó de maestra, costurera, institutriz y, sobre todo, tuvo como pasión la escritura.
Recuerdo de mi infancia la huella que produjo Mujercitas en mis hermanas y la sorpresa de que tal impresión perdurase y se volviese a manifestar, muchos años después, en mis hijas con igual entusiasmo y deleite ¿Quiere esto decir que hay algo intemporal en esta novela que le hace con justicia acreedora al tÍtulo de clásico? Esta es, al parecer, una de las características de tales libros, pero sé que hay otras tantas exigencias y no soy quien para hacer calificativos. Ahora bien, a las mujeres de mi familia les entusiasmó y causó en ellas un algo transformador ¿qué cosa fue? Trataré de aproximarme a ello, pero no prometo nada, salvo agitación entusiasta.

Chesterton opinaba así: “Pero dos cosas son absolutamente seguras; en primer lugar, que incluso desde un punto de vista masculino, los libros son muy buenos; y segundo, que desde un punto de vista femenino son tan buenos que sus admiradoras realmente han perdido de vista, incluso, su bondad. Nunca o casi nunca he conocido a una mujer realmente admirable que no haya confesado haber leído estos libros: damas altivas admitieron (bajo tortura) que les gustaba todavía; señoriales sufragistas al sentarse en el sofá dejaron caer “Mujercitas” al suelo, cubriéndose de vergüenza pública. En las universidades, mujeres sabias creen firmemente en ellos, guardándolos como un secreto, como una droga peligrosa”. Aunque termina diciendo, que, como hombre, es un "intruso" y se retira. Y si yo no hago lo mismo es porque creo que a Chesterton le faltaba algo que a mí me permite no retirarme y disfrutar, e incluso casi comprender; esto es: soy padre de unas niñas maravillosas (esto último sobra a estos efectos, pero no puedo resistirme), aunque reconozco que en parte me siento un exiliado. ¿La razón? ¿Es quizá un libro de chicas? No lo creo. Quizá no lo sea de chicos, cierto, pero por su categoría puede ser abordado por cualquier lector adulto, sea hombre o mujer. El exquisito y exigente Harold Bloom lo califica como un libro absolutamente maravilloso. Una obra fresca, intensa, increíblemente vibrante y fantástica, y para todas las edades. Un texto fabuloso”.


Tres ilustraciones de la obra por Harold Cooping (1863-1932), Jessie Willcox Smith (1863-1935) y Salomon van Abbé  (1883-1955), respectivamente.

La obra está compuesta en realidad de dos libros: el primero publicado en 1868 y titulado Mujercitas, y el segundo –que salió a la venta un año más tarde–, con el título original de Good Wives (buenas esposas), publicado en España como Aquellas mujercitas, aunque las últimas ediciones recogen ambos libros en un solo volumen. 

El argumento de la novela es la vida de las hermanas March en su casa de Concord, mientras su padre se encuentra ausente por causa de la guerra (la Guerra Civil o de Secesión americana), relatándosenos su paso de la infancia a la madurez. La arquitectura y diseño de la historia sigue la pauta de la novela de John Bunyan, El progreso del peregrino, de aquí las múltiples referencias a esta obra; por ejemplo, los títulos de muchos capítulos (Juego de los peregrinos, Cargas, Beth encuentra el Palacio Hermoso, Un valle de sombras, entre otros). Otra influencia del libro de Bunyan es el propio leitmotiv del relato, el peregrinar de las protagonistas afrontando los desafíos de la vida y superando sus propios defectos y cargas personales, de modo que puedan convertirse en verdaderas mujercitas. Meg, la mayor, debe hacer frente a su vanidad. Jo, la segunda, como su madre, tiene un temperamento fuerte que debe aprender a controlar. Beth, la tercera, ya es casi tan perfecta que su carga es simplemente superar su timidez. Amy, la pequeña y mimada, debe tratar de corregir su falta de sentido práctico y su irreflexión. Es por ello que puede ser considerada una novela de crecimiento, así como una guía de conducta para jovencitas.

Al lado de las cuatro protagonistas destaca, tenuemente pero de forma constante, su madre, Marmee, otro personaje fundamental en la novela. La señora March enseña a sus hijas el valor de una vida familiar estable y llena de amor y respeto, que supera en riqueza los lujos que disfrutan otros; las orienta y alecciona en la dificultad y grandeza del perdón, y siempre muestra a sus hijas, con su ejemplo de vida, que las vicisitudes y altibajos, necesariamente presentes en todo matrimonio y vida familiar, han de ser abordados con sabiduría cristiana, desde la humildad, el amor y el perdón... y con un poquito de sentido común.  

“Hija mía, tus problemas y tentaciones no han hecho más que empezar y pueden ser muchos, pero lograrás superarlos y vencerlos si aprendes a sentir la fuerza y el amor de tu Padre Celestial como sientes los de tu padre terrenal. Cuanto más le ames y confíes en Él, más unida te sentirás a Él y menos dependerás del poder y la sabiduría humanos. Él nunca se cansa de amarnos y cuidarnos, nada le aleja de nosotros y nos proporciona la paz, la felicidad y la fuerza que necesitamos en nuestra vida. Has de creer en esto y confiar a Dios todas tus cuitas y esperanzas, tus errores y penas, del mismo modo que los compartes con tu madre”.
Mujercitas ha sido un libro que ha formado a generaciones y generaciones femeninas ininterrumpidamente desde finales del siglo XIX. Hasta hace poco era muy difícil encontrar a alguna mujer con cierto grado de cultura que no lo hubiese leído (hasta Simone de Beauvoir lo leyó y al parecer le dejó huella, aunque no mucha, desde luego). Sin embargo esto ya no es así. Hoy es un libro apartado, que ya no forma parte de esa dieta básica de lectura de antaño. Y ello se notará; en realidad, se está ya notando. 

En mi familia, gracias a Dios, es todavía una tradición que ha pasado de mujeres a mujeres, y parece que seguirá siendo así. Y no solo su lectura, sino que incluso el ejemplar leído es uno concreto, aquel –ya desvencijado– que mi abuela materna leyó, y luego mi madre, para más tarde llegar a manos de mis hermanas, quienes finalmente lo entregaron mis hijas. ¡Ah!, por cierto, se me olvidaba, y es que también en mi familia hay una época determinada para leerlo, que es, cómo no, las Navidades, pues así comienza la historia. 

Inicien ustedes una tradición similar (si es que no la han hecho ya), y conserven este pilar literario para sus hijos y los hijos de sus hijos.


Comentarios

  1. Qué precioso post y qué precioso libro. No sé si soy objetiva (en realidad sí lo sé: lo soy) porque pertenezco a esa banda de hijas de Eva que ha leído Navidad tras Navidad, desde que éramos pequeñas, el Mujercitas de nuestra abuela. Yo he visto a las niñas, a las tuyas, bajar las escaleras para cenar la noche del 24 de diciembre absortas en ese mismo viejo ejemplar. Sí, tenemos una hermosa tradición en casa con la familia March. Y hay mucho que agradecer a Louisa M. Alcott.

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    1. Si, efectivamente, una pequeña pero muy bella tradición y para mí (y para tí y para todos) ha sido una gran satisfacción que mis hijas la hayan seguido y que se hayan comprometido –como así es– a mantenerla.

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  2. Natalia.! Bella mujer! Cuando vendrás a visitarnos a Argentina? Quiero conocerte y que te conozca mi hija pequeña que me ve con mi libro de Prim como tesoro.. Mi mujercitas de la adultez!!

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  3. "Hoy es un libro apartado, que ya no forma parte de esa dieta básica de lectura de antaño."

    Bueno, tal vez fuera mejor eso que el intento de "reciclar" el libro "en clave feminista", como en el artículo publicado en "La nación", segundo diario en tirada de Argentina:

    https://www.lanacion.com.ar/2158731-mujercitas-un-clasico-leido-en-clave-feminista

    (Por cierto, Miguel, soy de los que no leyeron el libro, pero artículos como el tuyo invitan a subsanar tal omisión).


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    1. Si estoy al tanto de todas esas lecturas decosntruccionistas. Pero el que así lee el libro no lo lee en absoluto (esta creo que es una frase de Harold Bloom dicha apropósito de una lectura de sesgo simular de la obra de Jane Austen, que yo me apropio aquí).
      UN saludo.

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  4. Pues yo me atreví a leerles este libro en voz alta a mis cuatro hijos mayores y aunque al principio tenían prejuicios les gustó mucho. Tanto como hombrecitos y más tarde les leí Aquellas mujercitas y también lo disfrutaron.
    Una belleza todos ellos y una lectura que no debería faltar en ninguna infancia.

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    1. Me alegro mucho. Es una forma de trasladar a los chicos el conocimiento de esa otra parte de la persona humana que son las mujeres. De otra manera la educación moral y sentimental que recibirán estará coja, adolecerá de algo fundamental (hay un post en el que trato esta cuestión: http://delibrospadresehijos.blogspot.com/2017/09/libros-para-unas-y-para-otros-libros.html).

      Un saludo cordial.

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  5. A lo largo de los EE.UU. habrá grandes festividades por los 150 años de la novela. Aquí un artículo bastante positivo que sale hoy en el NYT: https://www.nytimes.com/2018/09/13/books/little-women-alcott-anniversary.html Por supuesto con lecturas en clave feminista y citando un par de ogresas que aborrecen el libro, pero al menos no ha pasado (todavía) a engrosar la lista de libros censurados por la sensibilidad moderna.

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    1. Lo dicho, se trata de una lectura interesada y anacrónica.

      Muchas gracias.

      Un saludo.

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    2. Por cierto. No hay duda que cualquier "feminismo" que pueda predicarse de la autora es aquel de los trascendentalistas, con sus principios de autonomía personal, pensamiento crítico y frugalidad, entre otros. Entre eso y el feminismo militante y rabioso de hoy hay un abismo, qué duda cabe. En el New Yorker publicaron también un artículo muy positivo, donde la lupa feminista moderna, aunque presente, es quizá algo un poco más al margen que en el artículo del NYT: https://www.newyorker.com/magazine/2018/08/27/how-little-women-got-big

      Aprovecho de agradecerle por el maravilloso trabajo que hace con este blog. No tengo hijos, pero muchas entradas me han devuelto a la infancia, a tantos libros que leí con tanto deleite. Me da mucha añoranza. También me ha dado muchas ideas de libros para regalar a mis sobrinas (¡el próximo será Mujercitas!), a quienes intento (desgraciadamente no con mucho éxito hasta ahora) inculcar el amor a los libros. ¿Diría Ud. que Mujercitas es un libro que puede leerse por primera vez de adulto? Nunca lo leí de niño, por esa natural suspicacia de los niños hacia los "libros de niñas", pero comienzo a sospechar que me perdí de algo al no leerlo.

      Un cordial saludo transatlántico.

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    3. A su pregunta le respondo que sí. Ese fue mi caso. Desde su publicación fue un libro que tuvo la consideración y el calificativo –tan raro hoy día–, de “para todas las edades”. Así, por ejemplo, en el Commonwealth y en el Eclectic Magazine –dos diarios de la época–, se describía la obra, respectivamente, en estos términos: “una fuente de placer infinito para todo tipo de lectores” y “el mejor de los libros para llegar al corazón de los jóvenes de cualquier edad desde los seis hasta los sesenta años”. Y en cuanto a hoy día vuelvo a la opinión entusiasta de Harold Bloom que recojo en el post. Así que le animo a ello.

      Un saludo cordial.

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    4. ¡Muchas gracias!

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  6. Recordando que lo leí varias veces en la niñez, se lo leí a mis hijos e hijas juntos y les gustó a todos. Sin duda, a las niñas (y a mi mujer) les gusta más, pero todos son capaces de disfrutar con él. Es un libro memorable. Si uno lo lee, aunque solo sea una vez, recordará para siempre escenas del mismo, no solo la más trágica o las más dramáticas, sino pequeñas anécdotas, descripciones y personajes.

    Una de las razones, creo yo, es que la autora ama a sus personajes y eso se nota. Gran parte de la literatura moderna parece estar escrita por autores que odian a sus personajes e, inevitablemente, producen el cansancio o el rechazo en sus lectores.

    Una pregunta que no tiene nada que ver: ¿hay un correo electrónico para ponerse en contacto con usted, D. Miguel? Me gustaría preguntarle una cosa, pero he buscado la dirección el blog sin encontrarla.

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  7. De niña lo leí y me encantó... Pero nada más. Fue una sorpresa escuchar la defensa del libro que hace la querida Srta Prim, porque si bien lo disfruté hace años no fue un libro que me marcara ni que quisiera releer como he hecho con otros... Quizás le dé otra oportunidad, sobre todo porque me fascinó la tradición familiar con el ejemplar de la abuela... Gracias por su blog, siempre muy bueno de leer.

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    1. Muchas gracias, Elanor, de verdad. Me alegro de que comparta conmigo esa fascinación por tradiciones como la que comento en el entrada, pequeñas pero entrañables. Con muchas de este tipo, entrelazadas, se forma el cedazo de la Tradición con mayúscula.

      Un saludo cordial.

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  8. Mujercitas y su saga siguen pululando por las aulas: forman parte de la lectura que realizo con mis alumnas hace ya 15 años. Las invito a leer los clásicos y les presento entre otras, varias de las obras de Alcott. Luego en el curso siguiente se encuentran dentro del listado de libros que pueden elegir para mi materia (Literatura)
    Hay todavía un puñado de jóvenes en Argentina que año a año se adentran en este maravilloso mundo; y puedo decir que lo disfrutan. Hay que animarse y dárselos a conocer: disfrutar de la lectura con ellas.

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    1. Me alegra enormemente lo que me cuenta. Desgraciadamente es algo bastante insólito hoy día. Le animo a seguir en esa labor, en la que, para fortuna de sus alumnas, persevera desde hace tantos años.

      Un saludo cordial.

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  9. Estimado Miguel, un saludo desde Argentina. Me confieso un gran admirador de su blog. Si bien tengo hijos pequeños (2 años y medio y 1 año), ya voy preparando la biblioteca para las futuras lecturas de los clásicos (o los mil buenos libros) al calor del hogar en el invierno, o en el porche en las noches de verano.
    En esta oportunidad quería consultarle si es que recomienda alguna edición de Mujercitas en particular (tal ves teniendo en cuenta las ilustraciones). Es para regalar a mí cuñada que está por cumplir 15 años, y nos pidió los libros de la saga.
    Desde ya muchas gracias.
    Dios lo guarde

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